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LA PSICOLOGÍA DETRÁS DE LOS DISFRACES DE HALLOWEEN


Con la llegada de Halloween, muchos deciden disfrazarse para ese oscuro y tétrico día donde se mezclan los vivos con los muertos. ¿Qué indica nuestro disfraz?

Una noche al año, niños y adultos se visten con sus galas más terroríficas -o no tanto- para conmemorar la Noche de las Brujas. Mientras los hombres suelen disfrazarse de estereotipos del género de terror, las mujeres tienden a calzarse versiones hipersexualizadas de enfermeras, niñeras o policías pero... ¿qué dice nuestro disfraz sobre nuestra personalidad?
En Halloween a nadie le preocupa ser juzgado, por lo que tendemos a liberarnos de ciertos tabúes gracias a nuestro traje y a nuestra máscara o maquillaje. Este sentimiento de confianza para encarnar un nuevo personaje o una nueva identidad más osada es similar a lo que reveló un estudio de 2015 llevado a cabo por el Hanover College (EE.UU.) acerca del peso del maquillaje en las mujeres. Todas ellas afirmaron sentirse más seguras de sí mismas cuando iban maquilladas “para salir” con amigos que si aparecían maquilladas de forma casi natural como un día normal.
Así pues, “disfrazarse y adoptar una personalidad diferente es una excelente forma para que la gente trabaje a través de comportamientos y sentimientos con los que no se siente particularmente cómoda, afirma April Masini, experta en relaciones y etiqueta.
La investigadora de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) Karen Pine, afirma que la ropa puede acrecentar o disminuir nuestros procesos mentales y nuestras percepciones, teniendo consecuencias cognitivas, sociales y emocionales según lo que vistamos.
En un experimento con estudiantes de universidad, Pine descubrió que cuando se pidió a los estudiantes que se pusieran una camiseta de Superman, mejoró su impresión sobre sí mismos y les hizo sentir físicamente más fuertes.
El número creciente de personas que opta por disfrazarse en Halloween tiene, por tanto, un fondo psicológico más que interesante, en el que, cuando alguien elige un disfraz, por ejemplo, de bruja sexy es “porque quiere adoptar una personalidad atractiva y lúdica que no puede mostrar durante un día normal, concluye Masini.
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EL ECLIPSE SOLAR MÁS ANTIGUO JAMÁS REGISTRADO


Un grupo de investigadores ha concluido que un relato bíblico describe en realidad un eclipse solar, ayudando a datar con exactitud el reinado de Ramsés II y su hijo.
Un equipo de investigadores ha determinado la fecha de lo que podría haber sido el eclipse solar más antiguo jamás registrado. Ocurrió el 30 de octubre del año 1207 a.C., e incluso es mencionado en la Biblia.
Y, lo que es más: utilizando una combinación de dos textos, uno bíblio y otro egipcio, los investigadores fueron capaces de definir las fechas en que los faraones reinaron, en particular la fecha exacta del reinado de Ramsés II.
Los resultados han sido publicados en la revista Astronomy & Geophysics.
Primera prueba: el libro de Josué
Los textos bíblicos analizados provienen del Antiguo Testamento, y dejan constancia de que después de que Josué guiara a la gente de Israel hacia Canaan, (una región del antiguo Oriente Próximo que ocupaba el moderno Israel y Palestina), él manifestó lo siguiente: "Y el Sol se paralizó y la Luna se detuvo hasta que las naciones se vengaron de sus enemigos".
"Estas palabras están describiendo una observación real; por tanto, tuvo que estar ocurriendo un evento astronómico considerable" interpreta uno de los autores del artículo, el Profesor Colin Humphreys de la Universidad de Cambrige, quien trabaja en el conocimiento científico de los textos bíblicos.
Las traducciones inglesas modernas de la Biblia, que tienen sus antedecentes en la traducción del Rey Juan desde 1611, normalmente interpretan este texto como que el Sol y la Luna pararon su movimiento”, añade Humphreys. "Pero volviendo al texto original en hebreo, dimos con un significado alternativo, que consistiría en que el Sol y la Luna simplemente dejaron de hacer lo que hacen normalmente: brillar. En este contexto, las palabras del texto en hebreo podrían referirse a un eclipse solar: cuando la Luna pasa entre la Tierra y el Sol, el Sol parece dejar de brillar, porque el disco queda cubierto".
La interpretación del equipo de investigadores queda reforzada por el hecho de que la palabra hebrea traducida al inglés como stand still (algo así como paralizarse) tiene el mismo significado que una palabra babilónica usada por los antiguos textos astronómicos para describir los eclipses.
El equipo de Humphreys no es el primero en sugerir que este texto bíblico puede referirse a un eclipse; no obstante, algunos historiadores aseguran que no es posible investigar este hecho, debido a los laboriosos cálculos que deberían realizarse para comprobar que, de hecho, este evento se produjo.
Segunda prueba: un grabado egipcio
Exite una prueba adicional, además de este texto, de que los israelíes estuvieron en Canaan ente los años 1500 y 1050 a.C.: se trata de un grabado egipcio del reino del Faraón Merneptah, hijo de uno de los faraones más famosos, Ramsés II. El texto está grabado en un gran bloque de granito, que ahora puede encontrarse en el Museo de El Cairo, y menciona una campaña en Canaán en la que derrotó al pueblo de Israel.
Anteriores investigadores han usado estos dos textos para tratar de datar el posible eclipse, pero no tuvieron éxito, dado que tan solo buscaron eclipses de sol totales, en los que el disco solar aparece completamente cubierto por la Luna.
Lo que los historiadores anteriores no tuvieron en cuenta fue que se trataba de un eclipse anular, en el que la Luna pasa directamente en frente del Sol, dejándole con la característica forma de "anillo de fuego".
Pero este mismo término se usaba en el mundo antiguo para los eclipses totales.
La nueva investigación determinó que el único eclipse anular visible desde Canaán entre 1500 y 1050 a.C. fue el 30 de octubre de 1207 a.C., por la tarde.
Si sus cálculos son correctos, no solo sería el eclipse solar más antiguo registrado, sino que también permitiría a los investigadores fechar rigurosamente los reinados de Ramsés II y su hijo Merneptah.
Y los resultados son bastante coherentes con la información de que se disponía.
Usando estos nuevos cálculos, el reinado de Merneptah comenzó en 1210 o 1209 a.C. y Ramsés II reinó desde 1276-1210 a.C., con u margen de error de 1 año, como se sabe por los textos egipcios antiguos.
Las fechas exactas del reinado de los faraones siempre han estado sujetas a cierta incertidumbre entre los egiptólogos; pero este nuevo cálculo, de ser aceptado, podría conducir a un reajuste en las fechas de varios de sus reinados y permitirnos fecharlos con absoluta precisión.
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8 ESCENARIOS DE PELÍCULAS MÍTICAS DE TERROR QUE PUEDES VISITAR

Por ejemplo, la casa de “Psicosis” o el hotel de “El resplandor”.
Os ofrecemos una guía para todos los amantes del cine de terror con un recorrido por los lugares donde se rodaron algunas de las más famosas películas de horror de todos los tiempos.


La casa de “El exorcista”
Está situada en el número 3600 de Prospect Street Northwest, en Georgetown, Washington Dc. la casa se apoya sobre un pedestal de piedra antigua que salva una enorme pendiente que cae hasta el río Potomac. Es ahí, precisamente, donde se encuentra la empinada escalera en la que al final de la película... Bueno, no lo voy a contar por si aún queda alguien que no la haya visto.


El edificio de “La semilla del diablo”
La gran película de Roman Polanski se rodó en el edificio Dakota, situado en una esquina de la calle 72 en Nueva York. Se trata de un lugar con su propia leyenda negra, propiciada por el hecho de que allí vivió Alisteir Crowley, un curioso personaje, fundador de la llamada Iglesia de Satán, y porque a las puertas del mismo fue asesinado en 1980 John Lennon.


La calle de “Pesadilla en Elm Street”
Se encuentra en West Hollywood, en Los Ángeles. En la imagen vemos la casa donde supuestamente vivía la protagonista del filme. La vivienda fue construída en 1919.


El edificio de “REC”
La exitosa película de Jaune Balagueró y Paco Plaza se rodó en el número 34 de la Rambla de Cataluña, en Barcelona. Actualmente, el edificio está vacío, como si lo hubieran asolado los zombis.


El hotel de “El resplandor”
El célebre filme de Stanley Kubrick se filmó parcialmente en el hotel Timberline, situado en las montañas de Oregón. Pero solo los planos exteriores. El interior del mismo está recreado en los estudios Pinewood de Londres.


La casa de “La matanza de Texas”
La mítica cinta de Tobe Hooper se rodó en esta mansión de la localidad de Round Rock, en Texas.


La casa de “Psicosis”
El edificio del Motel Bates fue construido en los Estudios Universal, en Hollywood. Y actualmente es uno de los lugares más visitados por los turistas.


La mansión de “Los otros”
La película de Alejandro Amenábar se filmó en el Palacio de los Hornillos, en Cantabria, un lugar que se alquila para bautizos, bodas y otro tipo de eventos.
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10 PELÍCULAS Y SERIES DE ANIMACIÓN CON HISTORIA


El 28 de octubre se celebra el Día Internacional de la Animación, una iniciativa de la Asociación Internacional de Films de Animación (ASIFA) de la que se hacen eco las Academias de Cine de todo el mundo. Nos unimos al festejo con un repaso a la historia del cine de animación a través de diez películas y series que marcaron un antes y un después en este género.

1. La mayoría de los historiadores consideran al británico Stuart Blackton como el pionero de las películas animadas. En 1906 creó un corto titulado Humorous Phases of Funny Faces –traducido como
Fases humorísticas de caras divertidas–, en el que dibujaba con tiza una serie de rostros en una pizarra y los filmaba.

2. El aragonés Segundo de Chomón es considerado por muchos el artífice de la primera auténtica animación en el mundo del cine,
El hotel eléctrico. Chomón fue también quien produjo Eclipse de sol, el primer documental de la historia sobre astronomía.

3.
Snookum era el nombre del protagonista de la primera serie de dibujos animados de la historia, obra de McManus y del dibujante de cómics francés Emile Cohl.

4.
La batalla de las cucarachas macho (1910), del ruso Ladislas Starevich, fue la primera película de animación con muñecos. Estaba protagonizada por insectos articulados uniendo las patas al tórax con cera.

5. Max y Dave Fleischer crearon la serie de dibujos animados
Betty Boop (1930-39), cuya sensual protagonista estaba inspirada en la cantante Helen Kane. Los hermanos Fleischer aportaron a las técnicas de animación el rotoscopio, un aparato que permite calcar personajes animados sobre personajes proyectados.

6.
Blancanieves y los Siete Enanitos (1937) fue el primer largometraje de dibujos animados. Con él daba comienzo una etapa de esplendor en la popular factoría Disney, seguida de éxitos como Pinocho (1940) o Fantasía (1940), con el famoso ratón Mickey como protagonista.

7. La película
Toy Story, creada en 1995 por Disney y el estudio de animación Píxar y dirigida por John Lasseter, fue el primer largometraje de animación digital, generado íntegramente por ordenador. Ganó un Óscar de la academia por su innovadora tecnología.

8. En España, el primer film de animación digital fue
El bosque animado (2001), basado en la novela homónima y producido por la empresa gallega Dygra Films.

9.
The Simpsons, la popular serie de televisión creada por Matt Groening, se emite desde 1987 y es la serie más duradera de todos los tiempos.

10. Cuando en 2001 se estrenó la película de animación japonesa
El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki, se convirtió rápidamente en la película de mayor éxito de la historia de Japón, batiendo todos los récords de recaudación de la taquilla nipona.

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PRESENTACIÓN DEL LIBRO "CICLOTÍMICOS" DE JUAN CARLOS SIERRA


Te invitamos a conocer de primera mano el contenido de las páginas de este libro, por voz de quien ha volcado sobre ellas mucho de sí mismo convertido en tinta.
Te esperamos con ilusión hoy lunes 28 de octubre a las 19h. en el Centro del Mayor (Gines).


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¿ES MALO TENER PESADILLAS?


Este tipo de sueños son una parte del proceso onírico, pero a veces van demasiado lejos.
La posibilidad de que las pesadillas afecten a la calidad reparadora que debe tener el sueño es una preocupación constante en la población. Para la gran mayoría de las personas, todos los sueños, incluso los peores, forman parte de esa función restauradora que tiene dormir.
Cuando dormimos, pasamos, en este orden, por la fase de sueño ligero, sueño profundo y, finalmente, sueño REM. Cada una de ellas es importante y contribuye a producir calidad, pero la más relevante para cumplir ese objetivo de restauración y recuperación es la del sueño profundo. Es ahí cuando la respiración se relaja y desciende la temperatura corporal. Es, además, una fase desprovista de sueños y, por tanto, no puede ser perturbada por ninguna vicisitud onírica.
Los sueños entran en acción en la fase REM (Movimiento Rápido de Ojos), la más útil para el manejo de la memoria y las emociones. El cerebro rescata las emociones del día y las clasifica, para eliminar mejor los sentimientos negativos. Según Isabel Arnulf, neuróloga, directora de la unidad de patologías del sueño del hospital Pitié-Salpêtrière, investigadora del Instituto del Cerebro y la Médula Espinal (CNRS / UPMC / Inserm).en los bancos de sueños, que reúnen miles de sueños recopilados durante experimentos científicos, el 82% son violentos o negativos, pero esto podría ser beneficioso. “Nos preparan para el peligro en este lugar seguro que es el sueño para permitirnos enfrentarlo mejor en la vida real”. Arnulf lo compara a un jugador de ajedrez que se anticipa a todos los malos movimientos para ganar el juego.
El investigador Antonio Zadra, sin embargo, marca la diferencia entre los malos sueños, asociados con emociones negativas, y las pesadillas, tan perturbadores que nos despiertan. En comparación con los malos sueños, las pesadillas son más extrañas, están llenas de escenas de agresión, fracasos, resultados negativos y, en promedio, más relacionadas con las lesiones físicas que con los malos sueños.
Casi todo el mundo ha tenido una pesadilla al menos una vez en su vida, pero solo entre el 5% y el 8% son recurrentes. Según su intensidad, frecuencia y cantidad de despertares que causan, pueden ser perjudiciales y alterar la calidad del sueño. "La angustia con las pesadillas está relacionada con la depresión, la ansiedad y el neuroticismo. Y también cierta predisposición a reaccionar fuertemente a las experiencias emocionales negativas”, añade Zadra.
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¿EN QUÉ CONSISTE EL MÉTODO PILATES?


El pilates es una disciplina que busca la coordinación entre cuerpo y mente, consiguiendo múltiples beneficios para salud. 
¿Qué es el método Pilates?
El método Pilates es un tipo de ejercicio que se basa en una gran concentración y una rigurosa respiración. Desarrolla un preciso trabajo de toda la musculatura, tanto la periférica, habitual en los movimientos físicos, como la más profunda, más difícil de controlar. Fue creada a comienzos del siglo XX y toma preceptos del yoga, las artes marciales y el fisioculturismo. Esta disciplina estuvo restringida durante mucho tiempo al mundo de la danza pero en los últimos años se ha popularizado. 
Origen del método Pilates 
El método Pilates fue originalmente denominado Contrología por su creador, Joseph Pilates, que concibió esta disciplina como una manera de coordinar cuerpo y mente para ser conscientes de los movimientos que realizamos. De esta forma, el objetivo es conseguir un completo control del cuerpo, y conseguir esa coordinación incluso en las actividades que realizamos de forma inconsciente.
Un ejemplo muy claro es la higiene postural. En las clases de pilates se aprende a mantener una postura correcta que no dañe nuestra espalda y se practica de forma consciente durante los ejercicios. Llega un momento en el que interiorizamos esas buenas posturas, y las practicamos no solo en el aula, sino también de forma inconsciente en otros momentos del día. Muchas personas, de hecho, afirman que después de unos meses de práctica se sienten ‘más altas’, como si se hubieran estirado, algo que no es más que un efecto de mantener una postura menos nociva para la columna. 
Beneficios de practicar pilates
Además de ser un método muy recomendable para mantener una buena forma física, es especialmente eficaz para combatir el dolor de espalda, el estreñimiento y el estrés.
Una de las ventajas de esta disciplina es que es asequible para todo el mundo, pues sus ejercicios se pueden practicar en diferentes intensidades. De esta forma, desde deportistas de élite hasta personas con movilidad reducida se pueden beneficiar de su práctica.
Los beneficios del pilates son muy variados: aumenta la flexibilidad, corrige problemas posturales, mejora la coordinación, aumenta la resistencia física y mental, alivia los dolores musculares y, como todos los deportes, aumenta el bienestar y la relajación de quien los practica. 
Tipos de pilates 
El pilates se puede trabajar en suelo, o con máquinas especiales. En el primer tipo, los movimientos se hacen de manera libre en una colchoneta, y se pueden agregar elementos para complementar los ejercicios, como pelotas, bandas elásticas o aros.
El pilates con máquinas, como su nombre indica, emplea unos aparatos especiales que se pueden modular según el grado de entrenamiento de quien lo practique. Las máquinas más empleadas con el reformer y el cadillac.
Con el paso del tiempo, el pilates ha ido evolucionando, y en muchas escuelas se imparten clases de lo que se llama pilates contemporáneo, que incorpora estas adaptaciones y elementos nuevos, que muchas veces se basan en los avances del conocimiento científico sobre el cuerpo humano. Como pilates clásico se entiende aquél que sigue rigurosamente los ejercicios concebidos por Joseph Pilates. También se han creado fusiones con otras disciplinas: la más conocida es el ‘yoguilates’, que combina yoga y pilates. 
Pilates en el embarazo
La práctica de pilates durante el embarzo es totalmente segura, y de hecho es un ejercicio muy recomendado pues alivia los dolores de espalda, favorece el control de la respiración y ayuda a estar más relajada, entre otras ventajas.
Los ejercicios de pilates se van adaptando según el estado de gestación, y lo más recomendable es acudir a clases especiales para embarazadas.
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¡COCHERO, COCHERO! MOVERSE EN TAXI EN EL SIGLO XIX

Antes de la era del automóvil, las ciudades europeas tenían servicios de coches de alquiler con tarifas y paradas fijas.
El primer servicio de coches de alquiler del que se tiene noticia se remonta a 1654, cuando en Londres se fundó un gremio de maestros cocheros (Fellowship of Master Hackney Coachmen) encargado de regular el transporte público de la ciudad. Estos cocheros conducían carruajes de ámbito urbano, que se alquilaban por recorridos y que había que ir a buscar al centro de la City.
Pocos años después, Blaise Pascal, el célebre matemático, físico y filósofo –e inventor de un prototipo de calculadora mecánica–, organizó un sistema parecido en París. En 1661 creó con su socio el duque de Roannez una empresa dedicada al transporte urbano de personas, las llamadas carrozas de cinco sueldos (carosses à cinq sols), que desde el año siguiente cubrió cinco rutas en el centro de París.
Aunque la empresa pionera de Pascal fue de corta duración, en el siglo XVIII los coches de alquiler se convirtieron en presencia habitual en las grandes capitales europeas. El dramaturgo madrileño Leandro Fernández de Moratín, a la vuelta de un viaje a Londres, relató a sus amigos la impresión que le habían causado los "coches alquilones" que circulaban por las calles en gran número, "más de mil", según aseguraba, todos de gran pulcritud, comodidad y seguridad. También le sorprendió que los trayectos se pagaran con arreglo a unas tarifas ya establecidas. Lo único que no le gustó fue la vestimenta de los cocheros, al parecer poco cuidada y no ajustada a la calidad del servicio.

Carruajes con suspensión

Que Londres y París fueran las ciudades pioneras en poner en marcha este servicio se explica porque Inglaterra y Francia poseían una avanzada industria del carruaje. En particular, los maestros ingleses –integrados en el gremio Worshipful Company of Coachmakers, fundado en 1677– mejoraron el tiro, el diseño y el confort de los coches, a los que dotaron de un ingenioso sistema de suspensión. En el siglo XIX, el modelo más usual de los coches de alquiler fue el cupé, un carruaje de cuatro ruedas, cubierto, con dos plazas y tirado por un caballo. En Madrid, este vehículo se llamó simón, por un tal Simón González o tal vez por el gallego Simón Tomé Santos; los simones eran famosos por su mala calidad, a juzgar por el testimonio de escritores del Romanticismo como Ramón de Mesonero Romanos o Mariano José de Larra.
El crecimiento urbano en el siglo XIX estimuló la expansión del servicio de coches de alquiler. Un ejemplo elocuente lo ofrece París. Si a mediados del siglo XVIII la capital francesa tenía unos 200 carruajes de alquiler, en 1815 eran casi 1.400, y en 1865 superaban los 6.000, en gran parte propiedad de una potente empresa: la Compañía Imperial de Coches de París. Este éxito se explica por las necesidades particulares de las nuevas élites burguesas. Para éstas los carruajes no eran únicamente un medio de transporte, sino también un símbolo de estatus.
Por muy cerca que se viviera de la sala de baile, de la ópera o del teatro, la etiqueta imponía llegar en coche de caballos para participar en la ceremonia de exhibición de riqueza e influencia. No por casualidad en Francia los actores se desean suerte antes del inicio de un espectáculo con la expresión "mucha mierda", que originalmente hacía referencia a la gran cantidad de excrementos equinos que los carruajes de los espectadores dejaban a la puerta del teatro. La cantidad de boñigas estaba relacionada con la taquilla.
En cada ciudad europea, los coches de alquiler fueron objeto de una regulación estricta, similar a la de los actuales taxis. En Madrid, por ejemplo, se hizo obligatorio el registro de los dueños y empleados dedicados al negocio del alquiler de coches, así como el control de los mismos. Éstos debían llevar pintado el número de licencia en la testera y en los faroles, y los cocheros estaban obligados a informar de los precios del servicio en un cartel colocado en el interior del carruaje.

Selección de personal

Un servicio de calidad no solo dependía del tipo de coche o de la selección de las caballerizas; también eran importantes las aptitudes y cualidades de los trabajadores y por eso las autoridades impusieron requisitos severos para acceder a la profesión. No valía cualquiera. Según un reglamento del Ayuntamiento de Madrid de 1860, los taxistas debían acreditar "las circunstancias de honradez y moralidad sin tacha, aptitud e inteligencia para la dirección y manejo de los carruajes y caballos, contar por lo menos seis meses en este servicio y tener 18 años de edad". Las malas conductas –como "la infidelidad, el escándalo, la embriaguez acostumbrada o la ineptitud en el manejo del carruaje"– quedaban anotadas en una cartilla y eran motivo de expulsión. Y al parecer había motivo para tomar precauciones, tanto en Madrid como en otras ciudades. En un artículo de 1867 se explicaba que los agentes de la autoridad en París debían conducir a las cocheras los vehículos abandonados en la vía pública "o cuyos cocheros estuvieran en tal estado de embriaguez que resultara peligroso dejarlos circular más tiempo".
Sin duda, uno de los principales problemas históricos de este servicio de transporte fue el de las paradas, pues era usual que se formaran aglomeraciones de carruajes a la espera de los clientes, alterando la circulación, a veces, incluso, con enfrentamientos entre cocheros. En Madrid las quejas llegaron al extremo de que se prohibió que los simones se estacionaran en las calles y había que ir a buscarlos a las cocheras, aunque esta decisión municipal tuvo una breve vigencia y la necesidad obligó a buscar más lugares de parada en el centro de la ciudad.
El Ayuntamiento de Madrid puso tanto celo en mantener el buen orden del estacionamiento que decidió que los coches llevaran pintados los números de las licencias con los colores correspondientes a cada parada. Esta diferencia de colores propició la división de los simones en dos categorías. Los de primera clase –de colores rojos, amarillos, verdes y negros– se situaban en las paradas de mayor demanda de viajeros, y los de segunda, de color blanco, debían situarse en los puntos de menor demanda. De ahí que se hablara de coches de punto o plaza, por tener siempre el mismo punto de parada. Una vez realizado el viaje, debían volver al mismo lugar que habían dejado.

El problema de las tarifas

Los coches de alquiler estaban sometidos a un régimen de precios públicos, fijados por las autoridades. En el siglo XIX las tarifas dependían mucho del tipo de carruaje, ya que los había de uno o dos caballos con capacidad para dos o más personas; y también dependía de la hora del día y de la distancia y el tiempo del viaje. En general, los precios eran elevados y en la prensa aparecían numerosas quejas al respecto. Además, en ocasiones especiales las tarifas podían aumentar repentinamente. Por ejemplo, cuando el general Narváez, presidente del consejo de ministros, dio una fiesta en su casa, aquella noche "ningún coche se alquiló por menos de seis u ocho duros" cuando su precio habitual era de dos. Nadie protestó por el abuso; lo importante era presentarse en la fiesta sin ser menos que los demás.





La plaza Clichy de París en 1896

La opción del autobús de caballos
Junto a los carruajes individuales, en el siglo XIX existieron también sistemas de transporte colectivo al modo de los actuales autobuses urbanos. En 1825, el francés Stanislas Baudry creó en Nantes el primer servicio de estas características, al que llamó ómnibus, "para todos" en latín. Eran coches amplios, para ocho o diez personas. Además, los viajeros podían llevar equipajes por los que debían pagar una cantidad en función del peso. Los coches incluso podían ser alquilados por familias enteras para ir de las estaciones a sus domicilios. Estos carruajes prestaban servicio entre el centro de las ciudades y la periferia y tenían paradas fijas y accidentales. En España, las empresas estaban obligadas a ofrecer servicios especiales los días de romería o de Carnaval y para ir a los toros y a los cementerios.






Cochero de París en un carruaje con taxímetro de principios del siglo XX

Taxímetros y taxis
El primer taxímetro fue patentado por el alemán Wilhelm Bruhn en 1891, pero tardó en generalizarse a causa de la resistencia de los cocheros. Cuando se aprobó en París en 1904 obtuvo un éxito instantáneo, como reflejaba dos años después el Boletín municipal de París: "Con este aparato ya no es necesario mirar el reloj a la salida y a la llegada. Esta formalidad preliminar conllevaba discusiones cotidianas, pues el reloj del cliente y el del cochero nunca se ponían de acuerdo. El público quedó encantado de ver la hora marcada en el cuadrante del contador". El aparato daría nombre a los taxis de motor que surgieron en esos mismos años.





Cupé o fiacre de la compañía de coches parisina L’Urbaine, de finales del siglo XIX

En el siglo XIX, el modelo más usual de los coches de alquiler fue el cupé, un carruaje de cuatro ruedas, cubierto, con dos plazas y tirado por un caballo. En Madrid, este vehículo se llamó simón, por un tal Simón González o tal vez por el gallego Simón Tomé Santos.





Esperando en fila a los pasajeros

Este óleo del pintor estadounidense Childe F. Hassam, de 1887, muestra una calle de París, la rue Bonaparte, en un día de tormenta. A lo largo de la pared del seminario de Saint-Sulpice, llena de carteles, los carruajes esperan la llegada de clientes, mientras tres cocheros con librea charlan entre ellos. Éste era un barrio burgués, pero el pintor ha representado en primer plano, como contraste, un humilde menestral con su hija arrastrando una carretilla.





Parada de pasajeros de carruajes en Londres, grabado de 1875

Las autoridades impusieron requisitos severos para acceder a la profesión. No valía cualquiera. Según un reglamento del Ayuntamiento de Madrid de 1860, los taxistas debían acreditar "las circunstancias de honradez y moralidad sin tacha, aptitud e inteligencia para la dirección y manejo de los carruajes y caballos, contar por lo menos seis meses en este servicio y tener 18 años de edad".
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