El
mismo año en que Marilyn
Monroe
protagonizó Niágara,
otra joven rubia, cuyo nombre era realmente Marilyn, Marilyn Pauline
Novak, hacía su aparición por primera vez en la gran pantalla. Era
tan solo un pequeño papel, lo suficiente para que llamara la
atención de Harry Cohn, el jefe de la Columbia. Esa chica lo tenía
todo para convertirse en una gran estrella. “El estudio me cambió
el nombre porque Marilyn solo podía haber una. Harry Cohn quería
ponerme también otro apellido, pero yo me negué”. Así
nació para el cine Kim Novak.
Al
principio muy pocos pensaban que aquella joven modelo, de apenas
veinte años, acabaría convirtiéndose en una leyenda, pero así
fue. Protagonizó títulos como Picnic,
al lado de William Holden, con el que bailaba una sensual e
inolvidable versión de Moonglow;
Me
enamoré de una bruja,
junto a James Stewart; El
hombre del brazo de oro
y Pal
Joey,
con Frank
Sinatra;
y, sobre
todo, De
entre los muertos (Vértigo),
a las órdenes del gran Alfred
Hitchcock.
El maestro del suspense la transformó en pelirroja y supo captar su
lado más misterioso y enigmático. Solo por este título, la actriz
se ha convertido en inmortal a los ojos de todo buen aficionado al
cine. “Fue la película más importante de toda mi vida”, ha
reconocido siempre Novak.
Kim
Novak rodó su última película, Pasiones
prohibidas,
dirigida por Mike
Figgis,
en 1991. Tras la muerte de Harry Cohn en 1958 había comenzado su
declive. “Ninguno tenía su olfato para elegir buenas películas y
nadie fue capaz de tomar su relevo. Dejaron de llegarme buenos
guiones. Yo no era esa clase de actrices que luchan por los mejores
papeles y abandoné Hollywood”, explicaba la estrella.
En
la actualidad vive en su rancho de Oregón junto a su segundo marido,
con el que lleva casada más de cuarenta años. Una tranquila
existencia, rodeada de animales y naturaleza, alejada del glamour de
Hollywood, ese mundo en el que en los años 50 reinó por todo lo
alto.
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