La
revista Arte
Joven,
fundada
el
1 de febrero de
1901, fue exponente del primer movimiento modernista y de sus afanes
renovadores en el campo de las artes y de la literatura que se
desarrollaron en España en el cambio del siglo XIX al siglo XX.
Participaron en ella escritores y artistas de diversa forma de pensar
y con distintas intenciones estéticas, desde Picasso a Unamuno, pero
con una intención común de superar los esquemas establecidos por la
estética realista anterior.
El
color de la España Negra impregnó la revista de 1901 Arte
Joven, de
título elocuente, cuya dirección artística corrió a cargo de
Pablo Ruiz Picasso. Este quincenario poco puntual, del que
aparecieron un número preliminar (10 de marzo de 1901) y cuatro
entregas más (la última el 1 de junio), había permanecido
infelizmente ignorado entre los biógrafos de Picasso hasta fechas
bastante recientes.
Arte
Joven surgió
por iniciativa de Picasso y de su amigo Francesc d'Assis Soler, con
quien coincidió en Madrid. Ambos se granjearon para la revista la
colaboración de la bohemia literaria que frecuentaron: gentes como
Martínez Ruiz, Pío y Ricardo Baroja, Valle-Inclán y otros, como
Camilo Bargiela, Alberto Lozano, Timoteo Orbe, etc. Arte
Joven, en
otras palabras, fue el lugar de encuentro de Picasso con los
exponentes del anarquismo intelectual de Madrid y con la iconografía
del «98».
En
aquel círculo se fraguaron formas de disidencia intelectual que
pueden entenderse como partes de una preconceptualización del
posterior patrimonio de la modernidad estética: libertad creadora,
mesianismo, antiautoritarismo político, filosofía de la denuncia,
de la anticipación, etc.
Dejaron
constancia de los principios sobre los que se justificaba y sostenía
la revista, destacando la regeneración del mundo y de la vida social
española, lo que ya, en sus primeras frases, nos hace percibir una
manifiesta ingenuidad bien propia de aquellos jóvenes cuando nos
dicen que:
«Hacer
un periódico con sinceridad es cosa que parece en nuestros días
imposible. Pues bien: ARTE JOVEN será un periódico sincero. Sin
compromisos, huyendo siempre de lo rutinario, de lo vulgar y
procurando romper moldes, pero no con el propósito de crear otros
nuevos, sino con
el
objeto de dejar al artista libre en el campo, libre completamente
para que así, con independencia, pueda desarrollar sus iniciativas y
mostrarnos su talento. No es nuestro intento destruir nada: es
nuestra misión más elevada. Venimos a edifica. Lo viejo, lo caduco,
lo carcomido ya caerá por sí sólo, el potente hálito de la
civilización es bastante y cuidará de derrumbar lo que le estorbe».
Y
a continuación, en lo que era parte de la declaración de
principios, se daba cuenta de quiénes eran los que les parecían los
jóvenes eternos: Virgilio, Homero, Dante, Goette, Velázquez,
Ribera, El Greco, Mozart, Beethoven, Wagner... para terminar diciendo
que era a los jóvenes entusiastas a los que iba dedicado aquel
periódico junto a una llamada revolucionaria en que se reclamaba:
Venid
a la lucha con mucho entusias-
mo…
La
idea de rechazo de lo antiguo vino a ser una constante en sus
páginas, y con ello estaba la afirmación de una manera de ser del
artista desde la modernidad tal como venía admitiéndose desde que
Baudelaire estableciera las bases que la sostenían.
Hoy,
Arte
joven
se nos muestra como un medio precioso al que debemos concurrir si
tratamos de comprender lo que fue la realidad contratada de la vida
literaria y artística española de ese momento conocido por fin de
siglo, y como tal lo hallamos expresado en esta revista en lo que es
un punto de partida que nos sirve para comprender un poco más el
problema al que se enfrentaron aquellos hombres y que no fue otro
diferente al que todo artista arrostra cuando decide seguir el camino
que presume que se abre ante él, y por ello, una vez decidido a
hacer, ha de entrar sin volver la cabeza atrás, la única manera
posible de ser fiel a sí mismo.
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