Se
denomina cabeza de turco a una persona o grupo de ellas a quienes se
quiere hacer culpables de algo de lo que no son, sirviendo así de
excusa a los fines del inculpador.
De
manera más específica, se emplea este apelativo para calificar a
aquellos sobre quienes se aplica injustamente una acusación o
condena para impedir que los auténticos responsables sean juzgados.
El
origen de esta expresión está en el tiempo de las Cruzadas: en
la Edad Media, comenzando en el año 1095 y durante casi 200 años,
se desarrollaron una serie de conflictos armados principalmente
contra los musulmanes, destinados a recuperar el control de los
territorios ocupados conocidos como "Tierra Santa"
(aquellos donde se desarrollaron acontecimientos bíblicos). Estos
conflictos llamados "cruzadas" (por la cruz que los
soldados se cosían en sus atuendos) tuvieron especial crudeza contra
los turcos selyúcidas. Tal era aquella animadversión que se
culpaba a los turcos de todos los males,
no sólo de los derivados directamente de la guerra, sino también de
catástrofes naturales, enfermedades o accidentes,
haciéndoles decapitar (ya fuera mediante juicios rápidos o en los
combates armados) y exhibiendo sus cabezas como trofeos en sitios
públicos, en un
mástil de barco o insertadas en una lanza o
en murallas como escarmiento al resto. Para
un cristiano cercenarle la cabeza a un turco era un logro encomiable.
Hoy
en día esta expresión se emplea cuando se cargan las culpas sobre
un inocente y se deja libre de castigo al culpable.
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