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EL DISCRETO ASESINATO DE SISSI


El 10 de septiembre de 1898, la emperatriz Sissi de Austria fue apuñalada inadvertidamente con un estilete por el anarquista italiano Luigi Lucheni.
Isabel Amalia Eugenia de Baviera (1837-1898), que ha pasado a la Historia –y a la literatura popular y el cine– como Sissi, tuvo una vida propia de una heroína del Romanticismo... y una muerte igualmente singular. Dotada de una gran belleza, emperatriz de Austria por su matrimonio con Francisco José I, su personalidad distaba mucho de la de la ñoña princesa de las películas interpretadas por Romy Schneider. Fue una mujer culta, rebelde, muy viajera y de mentalidad avanzada, que tras la trágica muerte de su hijo Rodolfo en el llamado "crimen de Mayerling" –nunca se aclaró si fue un suicidio o un complot– se hundió en la melancolía y adoptó el negro como único color para su indumentaria.
Incapaz de adaptarse a la estricta etiqueta de la corte imperial vienesa, íntima amiga de su primo Luis II de Baviera –otro célebre inadaptado–, la depresión no era nueva para ella. Su hija mayor, Sofía Federica, había fallecido con sólo dos años de edad a consecuencia del tifus, y a Sissi, acusada de negligencia, se le negó la crianza del resto de sus vástagos, que fueron educados por su suegra y gran enemiga, la archiduquesa Sofía. La emperatriz nunca se recuperó de esta sucesión de golpes y se refugió en el aprendizaje de idiomas (llegó a hablar cinco: alemán, inglés, francés, húngaro y griego) y en los viajes. Y fue precisamente durante una de estas escapadas cuando halló la muerte de una forma bastante insólita.
Así, el 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba a orillas del lago Lemán, en Ginebra, junto a una de sus damas de compañía, tuvo un encontronazo con un hombre al ir a subirse al transbordador. Sissi, de resultas del golpe, cayó al suelo, pero se incorporó como si nada, sólo levemente aturdida, y continuó su trayecto. Sin embargo, ya en el barco, comenzó a sentirse mareada; al desabrochársele el vestido para que respirara mejor, se descubrió que había sido apuñalada por aquel hombre con un finísimo estilete justo en el miocardio. El hombre resultó ser el anarquista italiano Luigi Lucheni, que sería apresado y condenado a cadena perpetua. Y Sissi murió ese mismo mediodía a causa de la certera y discreta herida.

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