
Premio
Nobel de Literatura
en 1929, es una de las figuras más importantes de la literatura de
la primera mitad del siglo XX. Sus novelas exploran la relación
entre el artista y el burgués o entre una vida de contemplación y
otra de acción. Su producción literaria fue enorme y, de entre
ella, merece destacarse cronológicamente
obras
como Los
Buddenbrook
(1901) –en la que narra el progresivo declive de una estirpe
hanseática en el curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos
de cambio sociológico producidos en esa época–, Tonio
Kröger
(1903)
–es la biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los
Buddenbrook–,
Alteza
real
(1909)
–se trata de una "comedia en forma novelesca" narrada con
simpática ironía–,
Muerte
en Venecia (1913)
–presenta a través de sus protagonistas una sutil relación
dialécticta entre el apogeo de la belleza y la inevitable presencia
de la muerte–, La
montaña mágica
(1924)
–Hans Castorp, patricio alemán internado siete años en un
sanatorio pulmonar internacional suizo, vive un proceso formativo:
con la excusa de las varias conversaciones que se entrecruzan en ese
mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos sobre múltiples
cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad europea
anterior a la Primera Guerra Mundial–,
la
tetralogía José
y sus hermanos
(1933-1943) –recreación del relato bíblico pero sin ninguna
pretensión de historicidad, refleja la evolución del pensamiento
del autor desde el irracionalismo del período 1914-1918, pasando por
la democracia burguesa de la década de 1920 y los planteamientos
condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su admiración por
el New
Deal
de Roosevelt, que se hace evidente en la última de las cuatro
novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre cuerpo y
espíritu–, Carlota
en Weimar
(1939)
–relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida,
con Carlota, su amante de juventud, y dibuja al representante del
clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión
en sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano–,
Doctor
Faustus
(1947)
–centrada en el carácter ambivalente del dotado compositor, que
cae en manos del diablo, refleja la decadencia y una mezcla de culpa
e incapacidad de la sociedad burguesa alemana, desde fines del siglo
XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude la facilidad de
las conclusiones–, y Confesiones
del aventurero Félix Krull
(1954)
–una renovación de la novela picaresca y al mismo tiempo parodia
de la tradicional "novela de formación" alemana; el
argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia y la
degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una
posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como
acompañamiento de su obra narrativa, aparte de un único drama,
Fiorenza
(1906), Thomas Mann fue asimismo autor de una ingente producción
ensayística.
No hay comentarios:
Publicar un comentario