Breno fue un
caudillo galo que vivió en el siglo IV antes de Cristo y que es uno de
los guerreros más famosos a los que se enfrentó el Imperio Romano. En
cualquier caso, hay varios caudillos que han pasado a la historia con
ese nombre, Breno, lo que no hace sino aumentar la curiosidad de lo que
voy a contarles.
Como es lógico, conocemos en gran medida a estos hombres, sus hazañas y sus nombres, gracias a los propios romanos, que
narraron los hechos y los dejaron escritos. Y así no es de extrañar que
a este hombre se le llamara Breno en dichas crónicas, tomando esa
palabra como su propio nombre cuando en realidad era únicamente la forma
en la que las tribus celtas decían rey.
No es un caso único el de Breno. Teuta de Iliria fue la reina de los
ilirios entre el 231 y el 228 antes de Cristo. Tras la muerte de su
marido, comenzó su reinado con mano dura y extendió sus dominios hasta
que los romanos la vencieron y la hicieron claudicar en un acuerdo de
paz que aunque la mantenía como reina le paró los pies. Teuta, como se
la conoce en las crónicas, bien podría haber tomado el nombre de una
palabra iliria que significaba reina, en un caso similar al de Breno.
En vista a esto, no es extraño que haya teorías que atribuyan el origen
del nombre de Atila, el gran caudillo de los hunos, a una palabra común
en una lengua extraña para los romanos. Según esas teorías, la palabra
gótica atta, que significa padrecito, sería el origen de Atila. Sería
posiblmente la unión de atta, padrecito, y el sufijo il, que sería algo
así como patria. Los romanos por tanto tomaron la palabra, pero no
sabían realmente su sentido. Este caso es diferente al de Breno y Teuta,
ya que Atila era un nombre, al menos.
Es decir, algunos de los
enemigos más famosos y conocidos de Roma han pasado a la posteridad con
un nombre que no era realmente el suyo, sino sencillamente con el cargo
que ostentaban, rey o reina, tomando la palabra de su lengua bárbara.