La
consigna de las sufragistas, coreada tres veces a voz en grito por
miles de gargantas enfervorizadas, atronó entre las campas y los
arbolados senderos del Hyde Park londinense, poniendo así un
vibrante broche al mitin más multitudinario celebrado hasta la fecha
en el famoso pulmón verde de la capital británica. Aquella soleada
mañana del domingo 21 de junio de 1908, la imponente concentración
en favor del derecho al sufragio de las mujeres –más de un cuarto
de millón de manifestantes, como confirmaría al día siguiente en
su crónica el diario The
Times– era
la masiva respuesta del movimiento en favor de la participación
política femenina ante la empecinada negativa a concederla del
Gobierno del Partido Liberal.
Llevan años solicitándolo pero nadie les ha hecho caso. En esta ocasión tampoco, por lo que iniciarán otras formas de presión como huelgas de hambre, encadenamientos en el Parlamento o apedrear la sede del Gobierno. Diez años más tarde verán el fruto de su protesta al lograr el voto las mujeres mayores de 30 años.
Los Whigs, tanto el primer ministro Herbert Henry Asquith, en el poder desde el 5 de abril de aquel mismo año, como otros distinguidos parlamentarios, se oponían frontalmente a que sus conciudadanas adquirieran estas prerrogativas, frustrando así las esperanzas de quienes todavía recordaban que, en 1866, habían sido precisamente notables miembros de ese partido –el filósofo y economista John Stuart Mill, autor de El Sometimiento de la Mujer (1869), y Henry Fawcet, más tarde esposo de la líder sufragista moderada Millicent Garret Fawcet– los autores de la primera propuesta en los Comunes, avalada por las firmas de 1.499 mujeres, para obtener el voto sin distinción de sexo.
Llevan años solicitándolo pero nadie les ha hecho caso. En esta ocasión tampoco, por lo que iniciarán otras formas de presión como huelgas de hambre, encadenamientos en el Parlamento o apedrear la sede del Gobierno. Diez años más tarde verán el fruto de su protesta al lograr el voto las mujeres mayores de 30 años.
Los Whigs, tanto el primer ministro Herbert Henry Asquith, en el poder desde el 5 de abril de aquel mismo año, como otros distinguidos parlamentarios, se oponían frontalmente a que sus conciudadanas adquirieran estas prerrogativas, frustrando así las esperanzas de quienes todavía recordaban que, en 1866, habían sido precisamente notables miembros de ese partido –el filósofo y economista John Stuart Mill, autor de El Sometimiento de la Mujer (1869), y Henry Fawcet, más tarde esposo de la líder sufragista moderada Millicent Garret Fawcet– los autores de la primera propuesta en los Comunes, avalada por las firmas de 1.499 mujeres, para obtener el voto sin distinción de sexo.
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