¿De
dónde viene esa manía tan extendida de plasmar
todo lo que nos pasa en algún soporte imperecedero?
Ya sea en cuadros, libros
o fotos parece que el ser humano tiene la necesidad de dejar
constancia de lo que hace y dice.
Tal y como nos enseñó Umberto
Eco,
“de
la rosa, solo queda el nombre desnudo”
y la sociedad vive con el miedo de que ese nombre no prevalezca en la
historia. Puede que esto sea una
externalización del sistema de almacenamiento que cada uno tiene en
su cerebro, la memoria.
Se
podría decir de la memoria
que es una capacidad que nos concede nuestra mente de recuperar
imágenes, situaciones, sensaciones o información que vivimos en el
pasado
y que hemos vuelto a necesitar por algún motivo. La memoria es un
mecanismo de supervivencia que nos permite utilizar
nuestras experiencias para no repetir los mismos errores
y seguir progresando. Aunque se suele hablar del almacenamiento de
recuerdos,
lo que de verdad hace la memoria es reproducir
los estímulos electroquímicos que el cerebro recibió en el momento
que se está recordando
para producir la misma respuesta. Nuestros sentidos, pensamientos e
incluso nuestros sueños quedan “registrados” a través de las
conexiones
neuronales
a la espera de entrar en acción.
El
cerebro emplea distintos tipos
de memorias
(corto plazo, largo plazo, olfativa, procedimental, fotográfica,
declarativa) que actúan
de forma simultánea y están interconectados
para
logar un mejor funcionamiento y respuestas más rápidas. Sin
embargo, este funcionamiento en bloque suele
provocar que algunos recuerdos que no corresponden se introduzcan en
el que sí nos interesa o que haya vacíos de información que el
propio cerebro rellena
y proporcionan recuerdos que no representan la realidad tal y como
era. Problemas derivados del cansancio, el estrés
o una mala respuesta emocional o psicológica pueden provocar que
determinados
recuerdos que todavía tenemos
queden bloqueados e inaccesibles
por un tiempo.
Shakespeare
decía que “la
memoria es el centinela del cerebro”
e igual que cuida nuestra mente, nosotros debemos
cuidarla a ella.
Ejercicios, juegos mentales, dietas
ricas en nutrientes o estilos de vida saludables son algunas de las
muchos aspectos que debemos vigilar para mantener nuestra memoria
sana y en forma.
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