Es más higiénico de lo que afirma la leyenda popular.
Muchas
leyendas urbanas hablan de historias tales como un grupo de personas,
sentadas en sillas de eneas y que, a sueldo de la industria
'millonaria'
de las pipas, se ponen a pelarlas con sus propios dientes. Pero como
podréis intuir, la historia popular es un bulo.
El
proceso de pelado de pipas es bastante más sencillo e... higiénico.
El primer paso es poner las pipas a tostar. Esto provoca que la
cáscara se seque con facilidad y se resquebraje un poco. Después,
las introducen en una especie de 'lavadora' que ira poco a poco
subiendo la presión del aire y las hará girar violentamente,
destruyendo así la cáscara. Una vez las cáscaras han quedado
destrozadas, el producto procedente de la 'lavadora' se pasa por
varios tamices para conseguir separarlas perfectamente. Y de ahí,
directas al envasado.
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