1897
en la Alcudia (Valencia, España), Manuel Campello, un
niño de 14 años que estaba trabajando en el campo, se encuentró
con una piedra que, al sacarla, descubrió un rostro de mujer de
singular belleza y espléndidamente ataviada con ropajes y joyas.
Acababa de descubrir la escultura de la llamada "Dama de Elche",
icono del arte ibérico. (Hace 121
años).
Manuel
Campello Esclapez tenía 14 años cuando el 4 de agosto de 1897,
hacia las diez de la mañana, se encontraba en Villa Illice –La
Alcudia–, finca propiedad del doctor Manuel Campello Antón -que no
era pariente, pese a la coincidencia de nombre y apellido-, donde su
padre y hermanos realizaban trabajos de nivelado de unos bancales en
la ladera de levante del promontorio que ocupó la ciudad antigua. El
muchacho aprovechó el descanso de los peones para coger un pico y
seguir con las labores. De pronto, la punta golpeó contra algo duro,
que parecía una piedra. Al apartar la tierra quedó atónito: ante
él apareció un rostro. Llamó a la cuadrilla, procediendo esta a
descubrir toda la pieza que resultó ser un busto.
La
escultura se encontraba un poco inclinada a su derecha, mirando al
sureste, sobre dos losas de piedra de cantería, cubierta de arena
que se desprendió fácilmente; la espalda y los lados estaban
resguardados por seis losas similares a las de la base. Esta
disposición, así como su localización en la misma línea de la
antigua muralla, dan a entender que fue escondida de forma deliberada
por los íberos, tal vez ante un inminente ataque a la ciudad.
Trasladada la Dama hasta la casa del doctor Campello en la Glorieta,
que entonces llevaba su nombre, la noticia se propagó por todo el
pueblo y a partir de esa mimas noche las visitas fueron incesantes.
Ante la avalancha de gente de toda edad y condición que quería
admirar el bellísimo busto de rasgos helenísticos y orientales
–algunos como Pedro Ibarra, lo habían bautizado ya como la Reina
Mora–, se colocó sobre un taburete en el balcón del primer piso,
para que se viera bien desde la plaza.
El
11 de agosto llegó a la ciudad el arqueólogo francés Pierre Paris
para asistir a las representaciones del Misteri
d’Elx,
invitado por el cronista y archivero municipal Pedro Ibarra y a
requerimiento de éste vio el busto encontrado una semana antes. El
erudito ilicitano había comunicado el hallazgo a instituciones y
estudiosos de Madrid, Londres y Berlín, acompañando fotografías
tomadas por él. El ilustre visitante, entusiasmado por la pieza,
planteó aquel mismo día y los sucesivos al doctor Campello la
posibilidad de comprar la obra para Francia, a lo que el propietario
se negó, asesorado por Ibarra. Pero en esos días llegó protestada
una letra girada al Museo Arqueológico Nacional como pago de la
colección de antigüedades de Aureliano Ibarra, hermano del
archivero fallecido siete años antes, que había sido vendida por su
hija Asunción casada con Campello. Pese a su holgada posición, el
médico tenía comprometido el dinero para la compra de un terreno y
aquella informalidad le causó un gran disgusto. Paris aprovechó el
momento para mostrarle un telegrama del Museo del Louvre garantizando
el pago de la pieza, y finalmente el
día 18 se cerró la venta.
El
arqueólogo francés le entregó 4000 francos, 5200 pesetas de la
época (apróximadamente 31€). En 2006 a efectos del seguro para su
traslado a Elche, fue valorada en 15 millones de euros.
El
30 de agosto partió el busto del puerto de Alicante hacia Marsella y
desde allí a París. En el Museo del Louvre fue bautizada como Dama
de Elche y pasó a ocupar el lugar más destacado de la sala de
Antigüedades Orientales a finales de diciembre. Al estallar la II
Guerra Mundial, en 1939, fue trasladada a un lugar más seguro, el
castillo de Montauban, cerca de Toulouse.
Fruto
de laboriosas negociaciones entre los gobiernos español y francés,
el 8 de febrero de 1941 la Dama cruzaba la frontera de Portbou en
tren camino de Madrid junto con otras obras artísticas y
arqueológicas españolas, a cambio de varias piezas que se enviaron
al vecino país e, indirectamente, de la reconstrucción de la sede
de la Casa de Francia en la zona de la Moncloa, en Madrid.
Instalada
en el Museo del Prado, permaneció allí hasta marzo de 1971,
acordándose su traslado al Museo Arqueológico Nacional, en el que
permanece desde principios de 1972.
Pocas
piezas arqueológicas han despertado el interés de los expertos en
todo el mundo y avivado la curiosidad y la fantasía de los profanos
como la Dama de
Elche (siglo IV a.C),
una de las cumbres de la historia de la escultura.
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