En
Aberdeenshire, Escocia, un grupo de investigadores inglés
parece haber encontrado el calendario
más antiguo del planeta hasta el momento. Nada más
y nada menos que 10.000 años no separan de estos antiguos pobladores
que ya miraban al cielo intentando explicar qué era esa pelota
blanca que aparecía sobre sus cabezas y cómo medir el tiempo y las
estaciones de la manera más acertada.
Hasta
ahora se creía que los primeros calendarios databan de hace unos
5.000 años y se encontraban en la zona de Mesopotamia. Ahora,
gracias al descubrimiento de Vince Gaffney, profesor de arqueología
de la Universidad de Birmingham, y su equipo, esta fecha se
remontaría 5.000 años atrás. Según el propio Gaffney, “este
hallazgo significa que los cazadores recolectores que vivían en
Escocia tenían tanto la necesidad como la sofisticación necesarias
para medir el tiempo a través de los años”.
El sitio arqueológico, situado en Warren Field, Crathes, al norte de Escocia, marca también la alineación en la salida del sol del solsticio de invierno, lo que proporciona una corrección astronómica anual de cara a mantener el vínculo entre el año solar, la luna y las correspondientes estaciones.
Según Richard Bates, de la Universidad de St Andrews, “este es el primer ejemplo de una estructura de este tipo y no hay ningún sitio comparable conocido en Gran Bretaña y Europa”. Y es que según este mismo investigador, el hallazgo “demuestra la sofisticación de estas primeras sociedades de cazadores recolectores que ya 10.000 años atrás construían monumentos que les ayudaban a controlar el tiempo”.
El control del tiempo y de las estaciones era crucial para la supervivencia de este tipo de sociedades tempranas, pues les permitía conocer de qué alimentos dispondrían en los meses siguientes. Como explica el propio Gaffney, estos antiguos pobladores “necesitaban tener en cuenta las distintas temporadas para estar preparados para cuando ese recurso alimenticio estuviera a mano, lo que da sentido a nuestra interpretación de este sitio arqueológico como calendario estacional”.
El sitio arqueológico, situado en Warren Field, Crathes, al norte de Escocia, marca también la alineación en la salida del sol del solsticio de invierno, lo que proporciona una corrección astronómica anual de cara a mantener el vínculo entre el año solar, la luna y las correspondientes estaciones.
Según Richard Bates, de la Universidad de St Andrews, “este es el primer ejemplo de una estructura de este tipo y no hay ningún sitio comparable conocido en Gran Bretaña y Europa”. Y es que según este mismo investigador, el hallazgo “demuestra la sofisticación de estas primeras sociedades de cazadores recolectores que ya 10.000 años atrás construían monumentos que les ayudaban a controlar el tiempo”.
El control del tiempo y de las estaciones era crucial para la supervivencia de este tipo de sociedades tempranas, pues les permitía conocer de qué alimentos dispondrían en los meses siguientes. Como explica el propio Gaffney, estos antiguos pobladores “necesitaban tener en cuenta las distintas temporadas para estar preparados para cuando ese recurso alimenticio estuviera a mano, lo que da sentido a nuestra interpretación de este sitio arqueológico como calendario estacional”.
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