CICATRIZ
de SARA MESA
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Cicatriz
no es sólo una inquietante historia de amor descompensado
protagonizada por dos seres muy distintos pero a la vez
complementarios, es también una reflexión sobre la sociedad de
consumo y los robos a gran escala en grandes almacenes, la sumisión
y el poder, la anulación del deseo y la carnalidad, el refugio de la
infancia, la fantasía como alternativa, la culpa y la expiación, la
escritura y la vocación literaria.
En
esta novela apenas hay exteriores ni demasiada acción: todo sucede
en el ámbito interior de los personajes, en la repercusión que en
sus vidas tiene una relación virtual que desata emociones y
sentimientos desconocidos en Sonia.
Sara
Mesa potencia su capacidad para hurgar en los repliegues de la
conciencia y para mostrar el revés de algo y destriparlo. Resquiebra
las opacas pantallas de que se reviste la gente y con las que se
disimula o falsea, la meticulosa y pautada gradación con que se
traza y despliega un proceso de desenmascaramiento que al final
alumbra heridas incurables, propósitos torcidos, encanijamiento
moral y una insaciable “sed de mal” como única respuesta a las
humillaciones y los fracasos.
En
esta historia, lo que parece una relación exenta de intereses
espurios, impulsada únicamente por la curiosidad y las afinidades
electivas en torno a la literatura, acaba en una verdadera pesadilla
para una Sonia cuya vida, con el paso del tiempo, aspira a cierta
tranquilidad convencional (se casa, tiene un hijo). En esa vida poco
o ningún sentido tienen ya las confidencias intercambiadas con Knut,
que acaba revelándose como un personaje insondable, desmesurado en
más de un sentido y sobre todo en la sutileza con que ejerce su
poder, convencido como lo está de que todo se rige y basa conforme a
transacciones. De ahí el perverso refinamiento a la hora de dar otra
vuelta de tuerca si percibe desfallecimiento o desgana o hastío en
Sonia, que pugna por librarse de una relación cada vez más
opresiva, atrapada entre la fascinación y la repulsión, porque
“cuando todo parece desgastarse por la costumbre, llega una
novedad”. Y entonces, ¿dónde está el fin?.
En
una atmósfera que evoca los laberintos carcelarios de Piranessi y la
asfixia del subsuelo dostoievskiano, Sara Mesa nos asoma a un mundo
donde anidan la impostura, el acoso que nace del desdén y el
desprecio, la provocación implacable, la turbiedad que acabará
concretándose en dinero, la sumisión ante el poder, la culpa y su
obligada expiación… un mundo que el lector reconoce de inmediato,
porque es el nuestro, el de la sociedad de consumo... y del
espectáculo.
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