Novelista
y dramaturgo irlandés, premio
Nobel de Literatura
en 1969 y autor de Esperando
a Godott,
entre otras. Esta pieza, considerada como su obra maestra, se
desarrolla en en
una carretera rural, sin más presencia que la de un árbol y dos
vagabundos, Vladimir y Estragón, que esperan, un día tras otro, a
un tal Godot, con quien al parecer han concertado una cita, sin que
se sepa el motivo. Durante la espera dialogan interminablemente
acerca de múltiples cuestiones, y divagan de una a otra, con
deficientes niveles de comunicación.
Su
ruptura con las técnicas tradicionales dramáticas y la nueva
estética que proponía le acercaban al rumano E. Ionesco y suscitó
la etiqueta de «anti-teatro» o «teatro del absurdo». Se trata de
un teatro estático, sin acción ni trucos escénicos, con decorados
desnudos, de carácter simbólico, personajes esquemáticos y
diálogos apenas esbozados. Es la apoteosis de la soledad y la
insignificancia humanas, sin el menor atisbo de esperanza. Adquiere
así tonos existencialistas, en su exploración de la radical soledad
y el desamparo de la existencia humana y en la drástica reducción
del argumento y los personajes a su mínima expresión, lo cual se
refleja asimismo en su prosa, austera y disciplinada, aunque llena de
un humor corrosivo.
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