En
1931, Victoria Kent se convirtió en la primera mujer de la Historia
de España en ejercer como abogada en la defensa de un juicio.
Nacida
en Málaga en 1891, Victoria
se negó a temprana edad a asistir a la escuela,
por lo que fue su madre quien la enseñaría a leer y escribir. Más
adelante asistiría a la Escuela Normal de Maestros y en 1916 daría
el gran salto. Sus padres, en un alarde de progresismo, le permiten
trasladarse a Madrid (en aquella época la mujer sólo salía de casa
para convertirse en monja o en abnegada esposa). Allí Victoria
estudió
bachillerato, alojada en la recién creada Residencia de Señoritas,
cuyos gastos sufragó dando clases particulares.
En
1920 entró en la Facultad de Derecho, donde cursó la carrera de
manera no oficial. En
1924 se licenció y un año después solicitó su ingreso en el
Colegio de Abogados de Madrid,
convirtiéndose así en la
primera mujer
que ejerce la abogacía en España. Ese mismo año ya defenderá un
caso, pero será en 1930 cuando adquiera prestigio al obtener la
absolución en un caso de gran relevancia, defendiendo al abogado
republicano Álvaro de Albornoz acusado de ser el instigador de la
rebelión de Jaca.
Su
comparecencia como letrada ante el Tribunal Supremo de Guerra y
Marina la convirtió en pionera en la Historia del Derecho Español
contemporáneo al ser la primera mujer en hacerlo.
En
1931 se afilió al Partido Radical Socialista y se presentó como
candidata a las Cortes por Madrid.
El
prestigio de Victoria impresiona al presidente Alcalá Zamora quien
le
propone el cargo de directora general de Prisiones.
Ocupó el puesto poca más de un año en el que logró llevar a cabo
algunas reformas, como son: la mejora de la alimentación de los
reclusos, la libertad de culto en las prisiones, la ampliación de
los permisos por razones familiares, la creación de un cuerpo
femenino de funcionarias de prisiones y retirada de grilletes y
cadenas.
Fue
elegida diputada de las Cortes Constituyentes junto a Clara
Campoamor.
Sus
intervenciones parlamentarias fueron escasas pero su postura frente
al voto femenino la convirtió en un personaje memorable. Argumentaba
que la incapacidad de la mujer de la época para emitir un voto
político se debía a su situación: sometida a la determinación de
su esposo y las indicaciones de su confesor la mujer carece de
criterio propio. Victoria
defiendía que "la mujer no podrá ejercer su derecho al voto
hasta que no cuente con una formación previa".
Al
término de la Guerra
Civil,
en la que prestó un decidido apoyo a la causa republicana, periodo
en el que se dedicó a la creación de refugios para niños, marchó
exiliada a Francia. Allí vivió
la ocupación alemana y, perseguida por los nazis,
tuvo que esconderse durante cuatro años en un piso de París.
De
Francia pasó a México en 1945 y allí dio clases de Derecho Penal
en la universidad y organizó
una escuela para capacitación de las reclusas.
Contratada por las Naciones Unidas para trabajar en Nueva
York,
donde falleció en 1987.
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