El
18 de agosto de 1492 se publicó la Gramática Castellana de Antonio
de Nebrija, el primer estudio de nuestra lengua y sus reglas.
Antonio
Martínez de Cala y Xarava (Lebrija, Sevilla, 1441-Alcalá de
Henares, 1522), conocido como Antonio
de Nebrija (nombre
original de su localidad natal), fue
uno de los más importantes humanistas españoles herederos del
Renacimiento. El
destacado lugar que ocupa en la Historia de nuestra lengua
se
debe a que es el autor
de la primera gramática castellana,
dada a la imprenta en 1492, así como de varios diccionarios
latín-español. Nebrija, además, fue historiador, pedagogo,
astrónomo y poeta.
En
su formación fue decisivo su viaje a Italia cuando contaba 19 años,
para estudiar teología en Bolonia, gracias a una beca del obispado
de Córdoba. Allí, durante una década, estuvo en contacto con las
nuevas corrientes humanistas y desarrolló su pasión filológica.
Además,
Nebrija tuvo un papel crucial en la implantación de la imprenta en
España, concretamente en Salamanca:
el segundo libro que se publicó en esta ciudad fueron sus
Introductiones
y
tanto su hijo como su nieto se hicieron impresores. La mayoría de
los incunables publicados en Salamanca en el siglo XV fueron de
Nebrija o de autores de su círculo. Y
allí se editó, el 18 de agosto de 1492, su obra fundamental, la
Gramática
Castellana.
Este
texto es la primera obra de la Historia dedicada al estudio de la
lengua castellana y sus reglas; más aún, se
trata del primer libro impreso
que
se centra en estudiar una lengua romance, pues antes sólo habían
sido publicados tratados sobre la lengua latina (por
ejemplo, el Tratado
sobre gramática latina de
Lorenzo Valla, en 1471). A partir de Nebrija, la gramática sería
considerada la disciplina que estudia las reglas de una lengua hasta
el advenimiento de la lingüística como ciencia en el siglo XIX. La
publicación de esta obra supuso además una
herramienta de primer orden para la difusión del idioma español,
puesto que coincidió en el tiempo con la llegada de Colón
a
América en 1492. Asimismo,
los autores de gramáticas posteriores tomaron la de Nebrija como
modelo en materia ortográfica.
El
filólogo sevillano dividió su Gramática
en
cuatro apartados: ortografía; prosodia y sílaba; etimología y
dicción, y sintaxis. Esta
división perduraría hasta el siglo XIX, lo mismo que otra
distinción nebrijana: aquella que considera que las partes de la
oración son nombre, pronombre, artículo, verbo, participio,
preposición, adverbio y conjunción. Nebrija consideraba el latín
como la lengua superior y, por ello, cuanto más se acercase una
lengua al latín, más perfecta sería. Por eso, su Gramática
es
un tratado a la manera latina. Pero entre
sus intuiciones geniales estuvo el cifrar el origen de la lengua
castellana en un latín corrompido por los godos
e
influido por otras lenguas.
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