A
Walter Lantz se le ocurrió este personaje durante su viaje de luna
de miel: un
día mientras llovía, escuchó un insistente pájaro carpintero que
no dejaba de taladrar su techo; molesto, salió fuera de la casa y
arrojó una piedra para espantarlo, cosa que logró no sin que antes
el ave emitiera un grito muy particular que fue el que dio origen a
la risa estridente y característica de este personaje.
El
creador presentaba cada episodio en su oficina y mostraba a los
espectadores como se hacía cada historieta, enseñando los objetos
primarios para crearlas, como la pintura cels y los storyboards.
En
la década de 1940, la personalidad del Pájaro Loco era
decididamente extrovertida, alocada y desinhibida, abrumando a su
ocasional adversario con bromas, gags, y chistes, todos en rápida
sucesión y adornados con la risa característica del personaje.
Estos rasgos y el realismo de sus historias cómicas le valieron gran
popularidad entre el público, pero las "locuras" del
personaje debieron ser paulatinamente reducidas a partir de la década
de los 50 cuando el Pájaro Loco empezó sus apariciones televisivas
y sus directores debían cumplir las normas federales de protección
a los menores: las manifestaciones (o insinuaciones) de violencia,
tabaco, alcohol o sexo casi desaparecieron.
Aunque
los rasgos físicos del Pájaro Loco variaron con los años, sus
rasgos prominentes -la cabeza roja, en particular, el pecho blanco y
el comportamiento agresivo- lo asemejan al pájaro
carpintero cabecirrojo (Melanerpes
erythrocephalus),
una especie endémica de las regiones orientales de los Estados
Unidos.
Posee,
posiblemente, la risa más famosa en la historia de los dibujos
animados, es inconfundible su «¡jejejejéje!». Es muy
rápido, imprevisible, revoltoso, alocado, estrepitosamente divertido
y extremadamente identificable.
Este
personaje fue considerado en EE.UU. como el más políticamente
incorrecto y audaz de su tiempo. En una época en que las historietas
intentaban promover un mensaje positivo o educativo, el Pájaro Loco
rompía tabúes; en sus historietas había insinuación sexual y un
consumo desenfrenado de tabaco y alcohol.
En
su segunda etapa llegó a España más moderado; cambió su aspecto
físico, pero rompiendo también los moldes establecidos en las
historietas animadas que se pasaban por TVE.
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