
Aunque
se muestren como hombres rudos, los samuráis reservaban parte de su
tiempo al ikebana, el arte del arreglo floral.
Su
origen se remonta al siglo VI y se convirtió en un
símbolo del renacimiento artístico japonés después de la II
Guerra Mundial.
Los
guerreros del antiguo Japón
cortaban
ramas, hojas y flores de sus jardines para alcanzar la ansiada
tranquilidad
y serenidad de sus almas...