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JACQUES BREL (1929 – 1978) Y LA TRISTE HISTORIA DE “NE ME QUITTE PAS”


Cantante franco belga, cuyas canciones son conocidas por su bella poesía, pero sobre todo por la honestidad de sus letras en las que trata de las preocupaciones de todos los tiempos, mencionando en sus temas el amor, la sociedad actual y la espiritualidad. Su canción más conocida, Ne me quitte pas, del año 1959, ha sido ampliamente traducida a diversos idiomas e interpretada por muchos cantantes.
Decir Brel es decir canción francesa pero es también recordar la imagen de un artista que vivía sus personajes, que en el escenario convertía las canciones en piezas teatrales, marcando una época y dejando su huella para las siguientes. Pocas veces hemos visto a un cantante expresar su rabia y sus pasiones con tanta sinceridad como Jacques Brel, el devorador de noches, amistades y efusiones, cuya vida fue una cadena de rupturas: para empezar con la familia, cuando se niega a seguir los pasos de su padre en el negocio de cartonajes; convertido en aplaudido cantautor, abandona el escenario tras quince años de éxitos; transformado en actor, deja los platós para exiliarse como navegante, piloto, aventurero en un islote del Pacífico, siempre pasando página para “ir a ver”, como decía.
Inclasificable, Brel, muerto lo mismo que vivo, sigue siendo el tipo políticamente incorrecto que llegó de Bruselas a París con una guitarra bajo el brazo, el idealista, el individualista que en sus canciones oscila del anarquismo al humanismo. Universales, sus mensajes tocan la sensibilidad del intelectual como la del público en general, porque repiten lo que forma parte del inconsciente colectivo. En el capítulo de canciones comprometidas, además de “40 mai” que escribió al final de su vida y que se refiere a la invasión alemana, en plena guerra de Argelia escribió “Quand on a que l’amour” y “La Colombe”, que en su versión inglesa fue interpretada en manifestaciones contra la guerra de Vietnam, entre otros por Judy Collins y Joan Baez. En el álbum de 1959 –“Jacques Brel Nº 4” – figura su canción más célebre, “Ne me quitte pas”, que después ha sido cantada en quince lenguas y de la que se han grabado cerca de 300 versiones en todo el mundo: un amante que no quiere que le abandonen, implora aunque sabe que no le escuchan, canta haciendo promesas y acaba llorando.
La triste historia de Ne me quitte pas
Una de las canciones más bellas y desesperantes de la historia del amor, la asombrosa Ne me quitte pas es casi una canción perfecta. Porque la más bella canción de amor de todos los tiempos es en realidad la humillación que se impuso el cantautor belga por el miserable trato que brindó a su amante 'Zizou'.
Brel vivió, amó y se entregó vehemente a ella durante todo un lustro. Cinco años repletos de intrigas, de encuentros y desencuentros con Suzanne. Un amor prohibido, loco, apasionado, extraño, entre la intelectualidad triunfante de los últimos años 50 en París. Días de giras, de breves encuentros, suplicios de fiebre sexual y amorosa, que acabaron con el impacto del embarazo de ‘Zizou’. Brel soportó un gran altercado con 'Zizou' y, finalmente, se negó a reconocer que era el padre, el verdadero responsable del "embarazo" de Suzanne. Loca de ira, de frustración, 'Zizou' le amenazó con demandarle ante los tribunales y a la opinión pública. Brel, entonces, se refugió en su Miche (esposa y querida con la que tenía tres hijos). La historia acabó mal, pero Brel incluso se aprovechó de ello para crear la más terrible canción de amor de la historia, 'Ne me quitte pas', un "no me dejes" que tenía absolutamente perdido por su comportamiento con 'Zizou'.
Brel siempre odió la canción, porque era la palpable definición de su infierno, de su propia penitencia por el dolor atribuido a Suzanne. Brel siempre la consideró como la catarsis de sus pecados con la gran amante de su vida. 'Ne me quitte pas' siempre le ha perseguido como una mujer ofendida, como una mujer irritada que triunfa sobre un hombre humillado.
En fin, un mundo de loco sufrimiento con el destino fatal de una canción, una canción desesperada, de ruptura trágica, de la desesperanza, del abatimiento de un hombre cobarde. Una especie de agonía mental que precede a una muerte sentimental.

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