La
Universidad de Salamanca es la más antigua de España (1218) y una
de las más antiguas de Europa junto a la de Bolonia (1088, Italia),
la Soborna (1257, París), Oxford (1096, Reino Unido) y Cambridge
(1209, Reino Unido).
El
8 de mayo de 1254 Alfonso X el Sabio otorga la conocida como Carta
Magna del Estudio General de Salamanca, algo así como los estatutos
de la más antigua y prestigiosa universidad del país durante la
Edad Media. La Carta Magna recoge la normativa que regirá cada una
de las doce cátedras con las que cuenta, así como su dotación
financiera. Un año más tarde, la bula del papa Alejandro IV
homologará sus grados, concediéndole el título de universidad,
esto es, potestad para impartir estudios de validez universal. Junto
a Salamanca, Alejandro IV convertía en universidades a otros tres
estudios de los más prestigiosos de Europa: Bolonia, París y
Oxford. Al estudio salmantino le concedió además un sello propio,
es decir, un reconocimiento implícito por parte de la Santa Sede.
El
Estudio General de Salamanca data de 1218 y está fundado por el rey
Alfonso IX de León, aprovechando la existencia de las escuelas
catedralicias. El 6 de abril de 1243 su hijo Fernando III el Santo
confirma los privilegios otorgados por su padre en los que se
considera el acto fundacional de la universidad. Más tarde, lo que
Alfonso X conseguirá es establecer sus normas y darle relevancia
dentro de la cristiandad.
A
principios del siglo XVI la Universidad de Salamanca era uno de los
principales núcleos de enseñanza del mundo. El proyecto de Colón,
los derechos de los indios o la enconada disputa entre Sepúlveda y
Bartolomé de las Casas, se discutieron entre sus claustros. La
Escuela de Salamanca, liderada por Francisco de Vitoria, precursora
de conceptos tan actuales como el derecho universal, la propiedad
individual o la igualdad entre los seres humanos, parten también de
la universidad y sus prohombres. Humanistas como Antonio Nebrija,
profesores ilustres como fray Luis de León, y una larga lista de
discípulos como San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, Calderón
de la Barca o Luis de Góngora salen de las aulas salmantinas. Y qué
decir de sus maestros y rectores ya contemporáneos, desde Torres de
Villarroel hasta Lázaro Carreter, pasando por don Miguel de Unamuno,
padre espiritual de la Generación del 98 y rector de la universidad.
La historia de la cultura occidental nutre las paredes del viejo
estudio pero que nadie se llame a engaños porque «lo que natura non
da, Salamanca non presta».