Pio
Baroja, novelista español de la Generación del 98, atesoró una
enorme e importante biblioteca en Itzea, su amada casona de Vera de
Bidasoa, Navarra.
Me
dijo en una ocasión Ortega y Gassett:
Pero, ¿para qué quiere usted una casa tan grande? ¿Para pasear por
el salón? Sorprendido le respondí: ¿Y le parece eso poco?”.
Esta anécdota barojiana recoge el
cariño que el escritor sentía por Itzea, la casona que la familia
Baroja había comprado en 1912 en Vera de Bidasoa (Navarra).
Allí pasaba largas temporadas Pío Baroja
(1872-1956)
y recibía la visita de sus amigos. Cuando Gregorio Marañón conoció
Itzea, la describió como "un incomparable museo romántico".
Al
definirlo como museo, Marañón se refería al espectacular
muestrario de libros que albergaba la casa. De cada uno de sus
viajes, Pío regresaba cargado de novelas y ensayos, por lo que
decidió instalar una biblioteca en la casa. El escritor sopesa la
magnitud de su archivo en Las
horas solitarias:
"creo
que tengo una colección curiosa de unos 3.000 ejemplares".
Según contará más tarde el ensayista José Alberich, cuando
falleció Baroja, aquellas estanterías reunían más de 5.000
volúmenes.
Otras
aficiones
Su
sobrino, el antropólogo, historiador y ensayista Julio Caro Baroja,
fallecido en 1995, se encargó de incrementar y ordenar los fondos de
la casa y, en
la actualidad, se estima que se acumulan allí unos 30.000 ó 40.000
volúmenes.
Entre novelas y ensayos en numerosos idiomas, destacan en las
estanterías varios cientos de documentos inquisitoriales
y
libros sobre brujería
y
ocultismo, uno de los temas preferidos de Pío.
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