Sus notas y compases siguen sonando como si el tiempo no hubiera pasado.
Compositor
—maestro del contrapunto— y músico alemán que ha conseguido que
nuestro planeta suene de otra manera. Nació en Eisenach (Turingia),
dentro de una familia que llevaba dedicándose a la música durante
varias generaciones.
Con
tan solo nueve años falleció su madre, y su padre, Johann Ambrosius
Bach, que era el trompetista de la corte de Eisenach, se volvió a
casar en segundas nupcias. Falleció enseguida, en 1695, y su
madrastra le pidió a su hermano mayor, Johann Christoph, que se
hiciera cargo de los dos hermanos menores: Johann Sebastian y Johann
Jacob.
Fue
junto a su hermano mayor, que era el organista de Ohrdruf, con quién
continuó formándose como músico, pero también le interesaban
otras disciplinas como el latín y la teología. Cuentan que fue
capaz de transcribir a escondidas bajo la luz de la luna piezas para
clave que eran muy famosas en su tiempo de compositores como
Pachelbel,
Froberger y Kell. Su hermano, al descubrirlo, las destruyó. Pero la
historia no acaba ahí, ya que la segunda mujer de Johann Sebastian
alude a su ceguera (cataratas) como consecuencia de dedicar tantas
horas y en tan malas condiciones a la transcripción de estas obras.
La
situación económica no era la más adecuada, así que Johann
Sebastian y Johann Jacob ingresaron en el Gimnasium de Ohdruf, lugar
en el que Bach terminó sus primeros estudios y donde percibían un
pequeño salario. Con quince años se mudó a Lüneburg e ingresó en
el coro de la Ritterakademie con un sueldo mejor. Allí fue tutelado
por un Kantor que era Geor Böhm, pero las cosas no le fueron muy
bien porque le cambió la voz y tuvo que buscar otra manera de
ganarse la vida. Se desplazó a Hamburgo y se convirtió en músico
acompañante y profesor de violín, allí se formó con Adam
Reincken, un organista muy conocido que también le permitió entrar
en contacto con los compositores franceses. Se puede decir que de
esta época es su primera Cantata.
Más
tarde empezó a trabajar en el coro de la iglesia de San Miguel y fue
violinista en la corte del príncipe de Weimar. Después se siguió
formando con Dietrich Buxtehude, organista y compositor del que se
hizo muy amigo.
Bach
se
casó en dos ocasiones. Con la primera, Maria Bárbara Bach, tuvo
siete hijos y ambos se fueron a vivir a Mulhose donde él tenía
trabajo como organista en la Iglesia de San Blas. Este momento fue
crucial porque empezó a componer y a interpretar. Se volvería a
casar con Anna Magdalena Wilken, con la que tuvo trece hijos, algunos
de ellos fueron grandes compositores, aunque no tanto como su padre.
La
obra de Bach
ha sido variada y fecunda, una carrera en la que destacan los
Conciertos
de Brandeburgo,
la Pasión
según San Mateo,
la Tocata
y
Fuga en re menor
o las Cantatas
sacras 80, 140 y 147, entre otras muchas.
Fue
un gran compositor, pero también un gran intérprete de la clave, el
teclado y el órgano. Falleció el 28 de julio de 1750 a la edad de
sesenta y cinco años, en la ciudad de Leipzig. Allí, en la
biblioteca, se han encontrado unos legajos que nos informan del
entierro sencillo del compositor en la escuela de la Iglesia de Santo
Tomás el 30 de julio, dos días más tarde de su muerte.
Se
fue de una manera sencilla, sin hacer ruido, pese haber conseguido
que sus notas y compases llegarán a todos los confines del mundo.
Todo un genio que en su época no fue considerado como tal. Hoy,
Bach,
es reconocido como algo más que un compositor, también como una
persona capaz de llegar a todos.