El
látex, también llamado hule o caucho, se obtiene a partir de la
savia lechosa del árbol del caucho y se ha convertido en uno de los
materiales más comunes para la industria textil, médica o del
motor.
El
látex, también conocido por el nombre de hule o caucho,
es un
polímero natural que se obtiene a partir de la savia
lechosa del árbol del caucho (Hevea
Brasiliensis),
una planta originaria
de los bosques tropicales de Centroamérica y América del Sur.
Existen otras especies arbóreas en Asia (Uceola
elastica)
y en África (Funtumia
elastica)
de las que también es posible obtener el caucho, pero la mayor
producción a nivel mundial se lleva a cabo en el continente
americano.
La
savia
de la que se obtiene el caucho posee un aspecto blanquecino y una
textura semilíquida de gran densidad. Aunque esto hace que pueda
confundirse con un derivado del plástico, es
100% vegetal.
Para su obtención, se hacen unas incisiones en forma de V o en
espiral en la corteza y se
deja que la savia sobrante fluya hasta caer en un cubo
colocado previamente. Esta práctica se suele realizar cuando los
ejemplares todavía son jóvenes porque es el momento en que más
savia producen. El
“sangrado” es beneficioso para el árbol,
ya que esa savia que recogemos es un desperdicio sobrante y al
retirarla conseguimos que el árbol crezca y se regenere más rápido.
Sus
características, entre las que se destaca la elasticidad y la
transpirabilidad, hicieron que el látex se aplicara a numerosas
industrias y sectores. Desde el material escolar, la industria
textil
y deportiva, el mundo del maquillaje o el del motor hasta los
productos sanitarios, el látex es una de las materias primas de la
que más usos se han sacado. Especialmente llamativo resulta su
aplicación a las medicinas alternativas, ya que existen determinados
tipos de látex que poseen propiedades curativas o cicatrizantes. Sin
embargo, no hay que olvidar que el látex suele resultar perjudicial
para la salud, por lo que su uso debería realizarse con precaución.
Históricamente,
este polímero ha sido utilizado por el ser humano desde hace más de
3.000 años. Pueblos mesoamericanos como los aztecas o los mayas
lo utilizaban para elaborar las pelotas empleadas en el ulama, un
popular juego, y otras variedades deportivas. En Europa, el
naturalista francés Charles-Marie de la Condamine dio a conocer esta
sustancia tras un viaje que realizó a Ecuador en 1736 y la introdujo
en la sociedad científica del viejo continente. Aproximadamente un
siglo después, Charles Goodyear dedicó toda su fortuna y años de
investigación para descubrir la vulcanización del caucho. Este
proceso lograba hacer el material más duro y resistente al frío,
por lo que se sigue utilizando como base para fabricar neumáticos o
preservativos.
También
en el siglo XIX, un grupo de investigadores españoles lograron
descubrir que el caucho natural estaba compuesto por varias cadenas
de hidrocarburos y comenzaron a explicarse las variadas propiedades
que lo caracterizan. El interés por este material fue tal que,
durante la Primera
Guerra Mundial,
químicos alemanes comenzaron a fabricarlo de forma sintética a
partid de productos derivados del petróleo y, desde entonces, este
se convirtió en la principal materia prima para la obtención del
caucho.
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