La
denominación varía según la época o lugar donde realizaban sus
fechorías marítimas.
Pirata,
corsario, filibustero, bucanero, berberisco... En
ocasiones tendemos a confundirlos y a usarlos como sinónimos, pero
no lo son.
Cada uno de estos grupos difieren en sus características según la
época y también la zona donde llevaban a cabo sus pillajes
marítimos. Te
explicamos las diferencias entre todos ellos:
PIRATA.
Este término genérico ya era usado en la Antigüedad. Proviene del
griego peirates,
que significa ‘esforzarse’ o ‘intentar la fortuna en las
aventuras’. Los pioneros fueron los llamados pueblos del mar –que
atacaron toda Asia Menor y Egipto
en la época de Ramsés III– y, más adelante, los piratas
cilicios, de la costa meridional de la península de Anatolia. Estos
últimos llegaron a capturar a Julio César cuando tenía veinticinco
años. La
edad de oro de la piratería surgió en el siglo XVI, al extenderse
la noticia del descubrimiento de oro en América por los españoles.
Los primeros en intentar robar los tesoros de la conquista fueron los
franceses y luego les seguirían los ingleses.
CORSARIO.
Muchos Estados o corporaciones locales otorgaban patentes de corso a
aventureros para que pudieran atacar barcos o ciudades enemigas en
tiempo de guerra.
Estos corsarios armaban un barco por su cuenta y riesgo y, mediante
dicha patente, llegaban a un acuerdo con la autoridad que incluía
entregarle una parte de los beneficios. El más famoso de todos, el
inglés Francis Drake, llevó a cabo su primer gran asalto en 1572
sobre Nombre de Dios, puerto panameño por el que pasaba el oro
y la plata transportados por los españoles desde Perú. Los ataques
de Drake, nombrado caballero por la reina Isabel I, serían una
pesadilla para España.
FILIBUSTERO.
Esta palabra es una derivación del neerlandés vrijbuiter
y significa ‘pirata’ o ‘ladrón’. Pasó al castellano durante
la gran época de la piratería y, aunque cayó en desuso, fue
recuperada en el siglo XIX para designar a los aventureros
que intentaban adueñarse de territorios de Estados Unidos y
Latinoamérica por las armas.
Uno de ellos, William Walker, llegó a gobernar Nicaragua.
BUCANERO.
Se denominaba así a los occidentales instalados en el oeste de la
isla de La Española que se
dedicaban a vender carne ahumada
–en la lengua arawak de los indios del Caribe bucan
significaba ‘ahumar la carne’– a los navíos que pasaban por la
región. Como no pagaban impuestos, la Corona de España los castigó
matando los animales en que basaban su comercio, y los bucaneros
decidieron dedicarse al pillaje. Luego, el término designaría en
general a los piratas del mar Caribe, que preferían atacar puertos
más que otros barcos.
BERBERISCO.
Los europeos llamaban Berbería a la región del norte de África que
hoy conocemos como Magreb, y los berberiscos eran los
piratas musulmanes que actuaban en todo el Mediterráneo
desde sus bases en esa zona. Las principales eran la isla de Yerba
(Túnez), Argel, el Peñón Vélez de la Gomera y Tánger. El Imperio
otomano otorgó patente de corso a Kemal Reis, en 1487, y a los
hermanos Barbarroja, los cuales convirtieron a los berberiscos en una
temible amenaza para el tráfico marítimo del Mediterráneo.
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