Hablamos
de la británica Florence Nightingale (1820-1910), pionera de las
actuales enfermeras profesionales.
Criada
en la alta burguesía londinense, se rebeló contra su familia y, en
1837, comenzó a trabajar como asistente sanitaria. Fue duramente
criticada por realizar una ocupación que socialmente estaba mal
considerada, ya que aquellas mujeres trabajaban en unas condiciones
ínfimas. Su aportación más importante fue durante la Guerra de
Crimea (1854-1856), contienda a la que logró desplazar unas cuarenta
enfermeras cuyo trabajo fue clave para reducir el número de
fallecidos en los hospitales de campaña. De allí procede su
sobrenombre, extraído de una crónica del Times
en
la que se narraba cómo, cuando todos ya dormían, la dama seguía
haciendo interminables
rondas entre los enfermos, iluminándoles con una pequeña lámpara.
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