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EL SECRETO DE LAS CONSTRUCCIONES ROMANAS

PASAN LOS SIGLOS Y AHÍ SIGUEN DE PIE. ¿CÓMO PUEDE SER?

¿Cuál es el secreto de las construcciones romanas?Monumentos de la antigüedad romana como el Panteón o el Coliseo no solo admiran por su perfección arquitectónica, sino también por su resistencia al paso de los siglos y los elementos. Un grupo internacional de investigadores ha intentando saber cuál es su secreto y han publicado los resultados en la revista Proceedings if the National Academy of Sciences (PNAS).
Para averiguarlo, los expertos han analizado las propiedades del hormigón de los Mercados de Trajano, en Roma, construido en torno al año 110 de nuestra era, con el sofisticado instrumental de rayos X del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (EE. UU.). Las paredes de este conjunto arquitectónico están hechas con un hormigón cuya argamasa incorpora ceniza volcánica y cal para unir fragmentos de piedras y ladrillo. 
Tras comparar la solidificación de una réplica del hormigón y las muestras originales, los científicos detectaron la presencia de un mineral de calcio-aluminio-silicato (llamado estratlingita) que cristaliza en el material de construcción en forma de placas diminutas e impide que las microfisuras se propaguen. Por eso las venerables estructuras resisten incluso a los terremotos.
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¿CUÁL ERA LA CANCIÓN PREFERIDA DE CARLOS V?

EL FRANCÉS JOSQUIN DES PREZ FUE UN EXITOSO COMPOSITOR Y CANTANTE ADMIRADO POR EL MONARCA CARLOS V.

Josquin de PrezLa canción Mille Regretz (“Mil pesares” en español), de Josquin des Prez (1450-1521), también es conocida como La canción del Emperador, pues era la pieza favorita de Carlos V, rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien era admirador de la obra del gran polifonista franco-flamenco.
Esa pieza, a lo largo del siglo XVI, fue objeto de una amplia variedad de  versiones y adaptaciones, tanto vocales como instrumentales, profanas o sacras. 
Josquin des Prez fue considerado en su época “el padre de los músicos” y sus contemporáneos lo encumbraron como “el mejor compositor de nuestros días”.
Carlos V había recibido una educación musical acorde con su condición de soberano: exquisita y completa. Estas cualidades hicieron que su capilla musical ejemplificara la grandeza del monarca.
Su formación musical fue lo bastante amplia como para poder escoger a los futuros músicos que formarían su primera capilla hispano-flamenca con lo mejor de la época.
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EL REFINAMIENTO DE LAS ESPECIAS

LAS ESPECIAS ERAN SIGNO DE RIQUEZA EN LA EDAD MEDIA.
Las especias son el regalo del paraíso. Como el ideario situaba el Jardín del Edén en Oriente Medio, entre el Tigris y el Éufrates, la creencia medieval, alimentada por los comerciantes en su provecho, era que de allí procedían todas las especias. Y así, floreció el negocio de los cruzados, queinstalaron sus almacenes en los puertos de Líbano y Siria.
Con cabeza de perro describió Marco Polo a los cingaleses en su Libro de las Maravillas.Algunas ya están descritas por Herodoto y los griegos mencionaban la canela, los basbilonis, el cardamomo, el anís estrellado o el carvi, que se designaban como aromata o condimenta.
El término apareció por primera vez en El Viaje de Carlomagno (1150), derivado del latín donde significa simplemente “producto de la tierra”.
Las primeras listas fueron recogidas en papiros egipcios, como aromas para embalsamar, y en los escritos de Chen Nong, emperador chino de hace 5.000 años.
Hildegarda de Bingen, santa Hildegarda, toda una referencia en gastronomía, medicina y herboristería medieval, las despreciaba y afirmaba que el jengibre sumía a quien lo tomara en la estupidez y la pereza. Marco Polo, en 1272, viajó por China, Birmania, la corte de Kublai Khan y regresó a través de la isla de las especias, las Molucas.
En 1295, en la cárcel, escribió sus memorias y en ellas contó tales maravillas que le apodaron, incrédulos, Marco Millones.
Sin embargo, se cuidó de ocultar la procedencia de la preciada canela. Las especias, el lujo y el refinamiento de la cocina medieval, eran moneda de cambio. Vienen de lejos, de medio y lejano oriente y eran signo de riqueza, de modo que su papel era aún más social que gastronómico.
El precio se encarecía por las tasas que les aplicaban los turcos y que acrecentaba hasta un 800% el precio de salida de la India. La ley de Alarico (408) exigió como ofrenda de sumisión una tonelada de pimienta, que tenía el mismo valor que el oro.
Y los burgueses de Bèziers, desde 1107, debían pagar tres libras anuales de pimienta por familia al vizconde de Roger, en pena por haber asesinado a su padre.
Según el chef Taillevent, toda despensa debe contar con: jengibre, canela y su flor, clavo, pimienta redonda, pimienta larga, azafrán, nuez moscada, galanga, laurel, comino, azúcar, almendras, ajos, cebollas, perejil, hoja de viña…
La trufa, que no es propiamente una especia sino un hongo aromático, vive en la Edad Media considerada como expresión demoníaca, pero es apreciada tanto que era ofrenda para reyes y principales.
A las especias se atribuye en la Edad Media puntuales y diferenciadas virtudes medicinales, sobre todo aperitivas, digestivas y afrodisíacas.
Aromas y especias se espolvorean para enriquecer, como ayudas digestivas, como objeto de lujo y como disimulo del penoso estado de los alimentos.

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UN DÍA COMO HOY EN...



1881 muere en San Petersburgo (Rusia) Fiodor Miljailovich Dostoievski, gran figura de la literatura rusa del siglo XIX y de todos los tiempos. Sus obras de gran realismo cuentan con un profundo contenido psicológico. 
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LA BIBLIOTECA SEVILLANA DEL TRIMESTRE



La Biblioteca de Gines, un libro de infinitas páginas por leer

Reseña en la revista "Desiderata" (Biblioteconomía en Sevilla), por José Ramírez Villar.

http://issuu.com/desiderataonline/docs/aaff-desiderata-numero1/17?e=23201461%2F32890593

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CLUB DE LECTURA EN ESPAÑOL PARA EXTRANJEROS

Este mes hemos leído “Las bicicletas son para el verano” de Fernando Fernán Gómez.

Obra de teatro ambientada en el verano de 1936 cuando estalla la Guerra Civil española. En la ciudad de Madrid, una familia comparte la cotidianidad de la guerra con la criada y los vecinos del edificio; el hijo de la familia, a pesar de haber sido suspendido, quiere que su padre le compre una bicicleta, pero la situación va a obligar a postergar la compra y el retraso, como la propia guerra, durará mucho más de lo esperado.

También hemos visto su versión cinematográfica, dirigida por Jaime Chávarri, producida por Alfredo Matas y guión de Lola Salvador Maldonado.
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CLUB DE LECTURA "GINEX - LIBRIS"

Este mes hemos leído "Con el agua al cuello" de Petros Márkaris.
Un caluroso domingo del verano de 2010, el comisario Jaritos asiste a la boda de su hija Katerina, esta vez por la Iglesia y con fanfarria musical. Al día siguiente, poco después de llegar a Jefatura, le informan del asesinato de Nikitas Zisimópulos, antiguo director de banco, degollado con un arma cortante. El macabro homicidio coincide con una campaña que alguien, amparándose en el anonimato, ha emprendido contra los bancos, animando a los ciudadanos a que boicoteen a las entidades financieras y no paguen sus deudas e hipotecas. Lo cierto es que Grecia, al borde de la bancarrota, pasa por un momento muy crítico, y la población no duda en salir a la calle para quejarse de los recortes en sueldos y pensiones. Para colmo, Stazakos, el jefe de la Brigada Antiterrorista, sostiene que el asesinato de Zisimópulos podría ser obra de terroristas. Jaritos, en desacuerdo con esa hipótesis, tendrá que apañárselas con sus dos ayudantes para enfrentarse a un asesino cuyos crímenes apenas acaban de empezar.
Con la colaboración de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo.
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¿SABÍAS QUE...?

EL 'SOS' DATA DE 1912 Y ES UNA DE LAS ABREVIATURAS MÁS CONOCIDAS DEL MUNDO

Todos hemos escuchado alguna vez el famoso SOS, una petición de auxilio, que se utiliza, especialmente en código Morse, para pedir ayuda en una situación desesperada.
Apenas tres meses después del hundimiento del Titanic, en 1912, se decidió adoptar una señal internacional de auxilio, que fuese fácilmente recordable y reproducible, y que todos los organismos pudiese adoptar sin problema.
Surgió así el SOS, que muchos quisieron identificar de inmediato con la abreviatura de "Save our souls" (Salvad nuestras almas). Sin embargo, la Organización Marítima Internacional negó tal extremo, asegurando que el SOS no tiene ningún significado especial.
La principal comodidad de la señal radica en lo sencillo que resulta transmitirla a través del código Morse, tres puntos, tres rayas y tres puntos, ya que la S en Morse es "..." y la O se representa como "---".
Recordemos que el código Morse era el principal medio de transmisión en la época, especialmente para buques que navegaban en rutas transoceánicas.
Con el paso de los años y el desarrollo de las tecnologías, el código Morse ha caído un tanto en desuso, aunque siempre es un recurso que muchos utilizan en diversas circunstancias.
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DEL TIEMPO DE MARICASTAÑAS

Cuando alguien quiere señalar un hecho que ocurrió hace ya mucho tiempo o decir que una persona  vivió hace muchos años o es vieja/anticuada, es habitual escuchar expresiones como “Uy, esto pasó en tiempos de Maricastañas” o “Este/a es de los tiempos de Maricastañas”.
Varias son las formas de nombrar a la protagonista de la popular expresión, pudiendo encontrárnosla como 'Maricastañas', 'Maricastaña' o 'María Castaña', aunque es esta última la que nos reporta al verdadero nombre de la persona a la que hace referencia el dicho. Aunque no hay certeza acerca de la existencia de este personaje, como tampoco se conoce el motivo por el cual se lo asocia con épocas remotas, sin embargo, según indica un gran número de historiadores existió en la provincia de Lugo (España) una Maricastaña quien, junto con su marido y hermanos, encabezó durante el siglo XIV un partido de extracción popular que se oponía al pago de los tributos exigidos abusivamente por el obispo del lugar. Incluso, se afirma que habría sido ella misma la que ordenó matar -como represalia- al mayordomo del prelado. Aparentemente, la fama de esta mujer se cimentaba no tanto en sus principios morales y actitudes de arrojo sino en cuanto a su aspecto muy varonil.
También hay quienes afirman que el personaje Maricastaña no es real sino ficticio y pertenecería a la leyenda celta, a través del cuento "La batalla de los pájaros", cuyo personaje central es una tal Auburn Mary (traducible como María de color castaño). De todas formas, real o inventada, esta mujer forma parte del léxico de la mayoría de los hispanohablantes en el dicho “del tiempo de Maricastaña”, para hacer alusión a algo o alguien que hace mucho tiempo que está en este mundo. 
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UN DÍA COMO HOY EN...


1924 en Chamonix (Francia), por primera vez en la historia tienen lugar unos Juegos Olímpicos de invierno. El salto de trampolín, deporte desconocido para la mayoría del público, será la estrella junto a 12 disciplinas más, sumando un total de seis deportes. En estas olimpiadas participan 16 países representados por 281 hombres y 13 mujeres. (Hace 92 años).

1882 nace en Londres, Reino Unido, Adeline Virginia Stephen, que será conocida como Virginia Woolf, ensayista y escritora británica. (Hace 134 años).


477 en el norte del continente africano fallece el que fuera rey de las tribus germánicas de los vándalos y alanos, Genserico. Durante su largo reinado de casi cincuenta años, convirtió a su pueblo en una potencia del Mediterráneo occidental. En 455 asaltó y saqueó Roma. (Hace 1539 años).
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WHISKY CONTRA LA MALARIA

Cuando John Huston tuvo claro que rodaría "La Reina de África", llamó a Humphrey Bogart para ofrecerle el papel de protagonista. Al terminar la conversación telefónica Bogart le dijo a su mujer, Lauren Bacall: "El Monstruo quiere que vaya a rodar en plena selva africana, con cuarenta grados a la sombra, en una aldea plagada de mosquitos y rodeada de animales salvajes. Naturalmente, he aceptado...".
Bogart llamaba a su compañero de "alcohol" "Monstruo". De él decía que era "la única persona que conozco capaz de beber más whisky que yo en una sola tarde".
...de vuelta a la película.... durante el rodaje la gran mayoría de los miembros del equipo enfermaron de malaria, excepto Humphrey Bogart. Durante el rodaje ya era más que palpable su afición al alcohol. Tanto que cuando se lavaba los dientes al amanecer y al anochecer, se los enjuagaba con whisky. Fue el único que no cogió la enfermedad.
Katharine Hepburn (la otra protagonista) publicó en sus memorias que todos los miembros del equipo enfermaron de disentería, excepto Bogart y Huston que no probaron en ningún momento el agua (aunque beber si bebieron).
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EL DÍA DE UNA MUJER EN LA ATENAS CLÁSICA

Tras ocuparse de las tareas domésticas, las damas atenienses gustaban de acicalarse y celebrar reuniones con sus amigas.
A los veinte años, una ateniense del siglo V o IV a.C. estaba entrando ya en el último tercio de su existencia, porque en esa época la expectativa de vida femenina no llegaba a los treinta años; en ello tenía mucho que ver la maternidad, que se relacionaba con la muerte de una de cada cuatro mujeres. Imaginemos que esa mujer se llama Eudoxia. A los catorce años se había casado con el heredero de una hacienda (oikos) de tamaño medio, que ya había cumplido los treinta. Al principio estuvo en una posición secundaria en la casa de su esposo, a la que se trasladó después de la boda; pero, ahora que ya es madre de dos hijos, ejerce de dueña y señora. No en vano había aportado al matrimonio una dote importante, mientras que la hacienda de la familia del esposo se había visto disminuida en parecida proporción para constituir la dote de la cuñada de Eudoxia.
En la casa de su familia de origen, Eudoxia aprendió las labores femeninas y recibió una serie de enseñanzas que garantizaban su valor como futura esposa de un ciudadano hacendado. De esta forma, ahora puede leer y escribir con soltura, sabe tocar la lira y puede controlar la educación de sus propios hijos, hasta los siete años la de los varones y hasta su casamiento la de las féminas, aunque cuente para ello con la ayuda de esclavos ilustrados.

LAS OCUPACIONES MATUTINAS
Se puede decir que Eudoxia es una mujer feliz, querida y respetada por todos, porque asume su papel de esposa y madre con el mismo sentido del deber con el que su marido se entrena para la guerra y acude al combate cuando es necesario. A él le corresponde asegurar la pervivencia de la comunidad con las armas, y a ella, alumbrar y criar hijos que sustituyan a los muertos en el combate y a los ancianos. Por otro lado, mientras el marido participa en la gestión política y en la administración del Estado, ella, que no tiene que ausentarse por motivos bélicos o de trabajo, se encarga de dirigir y administrar la casa.
Un día cualquiera, Eudoxia se despierta con la primera luz del sol. Mientras da de mamar a su bebé, oye desde su dormitorio, situado en la planta alta de la vivienda, el ruido de los esclavos que emprenden sus actividades cotidianas, así como a su esposo que se dispone a salir. Su hija mayor, de cuatro años, se ha levantado ya de la cama; aunque toma otros alimentos, no ha dejado todavía de ser lactante, pero es la nodriza quien se ocupa de ella.
Cuando ha terminado de dar el pecho al pequeño, Eudoxia retira rápidamente de su rostro la mascarilla a base de leche aplicada la noche anterior y se recoge el cabello en una especie de moño. Luego se cubre con un sencillo peplo de lana fina, una pieza rectangular que enrolla en torno a su cuerpo y sujeta en los hombros por medio de fíbulas. Tras coger las llaves de la despensa, baja por la escalera de madera a la planta inferior, donde están la cocina y el gran patio central desde el que se accede a las distintas dependencias. Allí la esperan dos esclavas atentas a sus órdenes. Eudoxia pide a una de ellas que saque agua del pozo para lavar unas piezas de vestuario, mientras se dirige con la otra a la despensa para sacar las vituallas del desayuno. Come unos trocitos de pan de cebada mojados en vino y bebe leche de cabra.
Ahora hay que repasar las cuentas y el registro de las existencias. Eudoxia abre un arcón y saca una tablilla encerada. Apunta la miel y los higos producidos en la hacienda, que uno de los esclavos llevará a vender en el mercado del ágora de Atenas. Y reflexiona sobre lo que debe pedirle que traiga de allí. La casa está en las afueras del área urbana propiamente dicha, de modo que el esclavo debe recorrer un largo camino a pie y no es cuestión de que vaya todos los días. Tal vez sea mejor que se lleve el asno y concentre los encargos, lo que lo dejará libre para otras tareas. Lo habla con su esposo, que se encuentra todavía fuera de la casa.
Luego Eudoxia da una vuelta por la habitación en la que está instalado el telar. Allí encuentra a su pequeña curioseando las tareas en las que todavía no la dejan participar. La madre de su esposo, viuda y, para la época, ya anciana, se entretiene hilando, porque ya no tiene la vista necesaria para tejer. Le está contando a su nieta el mayor orgullo de su vida: había sido una de las arréforas, las dos niñas de entre siete y once años que se elegían anualmente para pasar nueve meses en un edificio de la Acrópolis ateniense, tejiendo el magnífico peplo que recibía la diosa Atenea cada cuatro años. Esa historia, tantas veces repetida con todo lujo de detalles, provoca siempre entre las mujeres presentes un murmullo de admiración. Es el honor público más grande que cabe imaginar para una niña ateniense.

ARREGLARSE PARA SALIR
Después de controlar la tarea de las tejedoras y darles las instrucciones oportunas, Eudoxia coge de la mano a su pequeña y se dirige con ella a cumplir un ritual cotidiano de la mayor importancia. Se acercan al altar de la diosa Hestia, protectora del hogar. Eudoxia derrama sobre él unos granos de trigo, con una fe profunda en que ese acto de piedad asegura la protección divina de la casa. La niña observa en silencio lo que tendrá que hacer ella misma el día de mañana, y luego cruza el patio correteando en busca de su muñeca.
Ha llegado el momento de que Eudoxia se prepare para las actividades fuera del hogar previstas para ese día. Una de las esclavas ha llenado una pila con el agua de su aseo personal y luego la va a ayudar a maquillarse y peinarse, algo imprescindible porque los espejos metálicos de la época son pequeños y no reflejan como los modernos. Una vez acicalada, Eudoxia sustituye el sencillo peplo de lana por una llamativa túnica que deja traslucir las formas del cuerpo. También es una pieza rectangular sin hechura alguna, pero de un lino muy vaporoso, teñido con un color chillón. Está cerrada por una costura lateral, formando una especie de saco, que en la parte superior deja un amplio escote y los brazos a la vista. Se ciñe mediante un cinturón que forma un repliegue sobre las caderas.
Ahora la esclava acerca a Eudoxia el cofre de las joyas. Primero coge dos brazaletes iguales trabajados en espiral, que imitan la forma de una serpiente. Luego duda sobre los pendientes, decidiéndose por dos grandes aros con colgantes. Después se pone un collar de piedras finas combinadas con piezas de metal. Finalmente, añade al peinado algunos adornos y se encuentra satisfecha con la imagen que le devuelve el espejo. Elige unas sandalias primorosamente trenzadas y baja rápidamente la escalera, porque la posición del sol le indica que tendría que haber salido ya.

EN COMPAÑÍA DE LAS AMIGAS
Eudoxia cubre con prisa, acompañada por una esclava, la distancia que la separa de una de las casas vecinas. Allí se han reunido cuatro mujeres de su misma condición social para pasar juntas la tarde, lo que incluye para ellas la comida principal del día. Se acomodan en lechos, delante de los cuales hay platillos de cerámica con aceitunas, higos, queso y pescado seco. Se cruzan cumplidos sobre el vestuario y el aspecto físico, y se interesan mutuamente por las circunstancias personales. Una de ellas anuncia que cree estar embarazada. La abrazan y le desean un parto feliz. Otra cuenta con quién había coincidido el día anterior mientras cumplía con el deber de realizar el ritual funerario en la tumba de su esposo, muerto en la guerra. Eudoxia habla de sus pequeños. La cuarta mujer está preparando la boda de su hija: comenta los detalles y pide consejo a sus amigas sobre algunos detalles de la celebración. La dueña de la casa coge su lira y acompaña con ella unos versos de la adorada poetisa Safo, que hacen vibrar a las demás. Antes de ponerse el sol, Eudoxia se despide de sus amigas y regresa a su casa, de nuevo acompañada por una esclava. Ha pasado una tarde estupenda y está bien dispuesta para compartir el lecho con su esposo, bajo el signo de Eros.
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LA PASIÓN POR LA LECTURA EN EL SIGLO XVIII

En la época de la Ilustración, cada vez más personas se aficionaron a leer novelas, diarios o libros científicos y a acudir a bibliotecas
Por Carlos Blanco Fernández. Doctor en Historia, Historia NG nº 103

Cuando murió en 1714 el florentino Antonio Magliabechi dejó una biblioteca de más de 30.000 libros impresos y 3.000 manuscritos. Una cifra enorme, que a principios del siglo XVIII tan sólo estaba al alcance de los miembros de la realeza, la aristocracia o el alto clero. Las personas corrientes tenían pocos libros en casa; incluso los médicos, abogados o sacerdotes no solían tener más de unas decenas. La razón es que los libros eran caros, casi un objeto de lujo.
Antes de la industrialización de la imprenta en el siglo XIX, los costes de impresión eran muy elevados, no sólo a causa de la mano de obra, casi artesanal, sino también por los impuestos y trabas burocráticas. A principios del siglo XIX, en Francia, una novela recién publicada podía valer un tercio del
salario mensual de un jornalero. Las librerías eran de tamaño modesto, poco más que una recámara junto al taller de impresión. Se publicaban relativamente pocos libros; apenas un millar hacia 1700 en Francia, uno de los países más avanzados.
A lo largo del siglo XVIII, sin embargo, el gusto por la lectura se extendió y la producción de libros se incrementó notablemente. Hacia 1775 se publicaban al año en Francia 4.000 títulos, entre legales y clandestinos. La mayoría tenían tiradas modestas, pero algunos se convirtieron en grandes éxitos; de ciertos textos de Voltaire se hicieron más de 40 ediciones, La nueva Eloísa de Rousseau superó las 70, y de la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert, en 36 volúmenes, se vendieron en Europa un total de 24.000 ejemplares, lo que supuso un pingüe negocio para los editores.

Bibliotecas de préstamo
Para atender la demanda de los lectores surgieron en las principales ciudades grandes bibliotecas públicas, abiertas no sólo a los estudiosos sino también a los «curiosos», los amantes de la literatura. El fondo de Magliabechi, por ejemplo, formó el núcleo de la Biblioteca Nacional Florentina, que abriría sus puertas en 1747. En 1712 se inauguró la Biblioteca Real en Madrid, en 1753 la Biblioteca Británica y en 1786 la Biblioteca Braidense de Milán. También se abrieron al gran público muchas bibliotecas de colegios, conventos y universidades, como las de Yale (1701), el College de Nueva Jersey (1750), o la Biblioteca Joanina de Coimbra (1755).
Poco antes del estallido de la Revolución Francesa, sólo en París se contaban hasta 18 bibliotecas públicas. Entre ellas estaba la Biblioteca Real, antecedente de la actual Biblioteca Nacional de Francia. En 1720 se estableció que estaría abierta al público general «un día a la semana, de 11 de la mañana a 1 de la tarde»; en ese tiempo los bibliotecarios debían «estar en las salas, gabinetes y galerías de la Biblioteca para satisfacer la curiosidad de todos aquellos que acudieran por deseo de instruirse». A finales de siglo los horarios se habían ampliado y cada día acudían a la biblioteca en torno a un centenar de personas.

Clubes de lectores
El gusto por los debates y las tertulias intelectuales sobre temas científicos, literarios y políticos hizo que nacieran espacios de lectura compartida. Por ejemplo, en 1731 Benjamin Franklin fundó en Filadelfia la Library Company siguiendo una novedosa fórmula para financiar la adquisición de fondos bibliográficos: la suscripción. Con otras cincuenta personas, Franklin creó un fondo para adquirir volúmenes en las librerías de Londres y formar con ellos una biblioteca para todos. La aportación inicial fue de 40 chelines, y la cuota anual, de 10. Una década más tarde la biblioteca tenía 400 libros, que eran más de 2.000
en 1770. Según el propio Franklin, la biblioteca abría los sábados por la tarde, de 4 a 8. Los miembros podían tomar prestados libros gratuitamente, mientras que los demás debían depositar una fianza y abonar una pequeña tarifa por la lectura.
Una fórmula parecida fue la de las bibliotecas de préstamo, llamadas en Inglaterra circulating libraries. Eran una iniciativa privada, impulsada por los mismos libreros, que ofrecían a sus clientes la posibilidad de tomar prestadas las últimas novedades del mercado editorial a cambio de una cuota –mensual, trimestral o anual– más módica de lo que les costaría comprar los libros.

Lectura y conversación
Para rentabilizar los préstamos, los editores impusieron la fórmula de las novelas divididas en tres volúmenes, que se prestaban sucesivamente. Esto hacía que muchos lectores, tras leer el primero, se impacientaran por los siguientes. A principios del siglo XIX existía un millar de estas librerías en Gran Bretaña, que funcionaban también como lugares de encuentro y lectura de la prensa. Una de ellas, la de la Señora Wright e Hijo, en Londres, se anunciaba así: «Este establecimiento está situado en North Street, en la esquina con New Road, y contiene entre 7.000 y 8.000 volúmenes de historia, biografía, novelas y las mejores publicaciones modernas. La Sala de Lectura es frecuentada por damas y caballeros, y recibe diariamente una profusión de periódicos ingleses y franceses, así como semanarios y revistas». En Francia estos clubes se llamaban «cámaras de lectura» y estaban presentes en todas las ciudades comerciales. Un viajero inglés explicaba que tenían «tres salas: una para la lectura, otra para la conversación y una tercera para la biblioteca; en invierno se hace buen fuego y hay velas».
La prensa periódica conoció también un gran desarrollo en el siglo XVIII, tanto los diarios de información general como las revistas. Muchos se basaron también en el sistema de la suscripción. Ése fue el caso del primer diario español, el Diario Noticioso, Curioso, Erudito, Comercial y Político, fundado por Francisco Mariano Nipho en 1758, que introdujo el sistema de la suscripción tres años más tarde. El hecho de suscribirse era un elemento de diferenciación social y económica del que se hacía gala, sobre todo cuando se aparecía en la relación de abonados impresa.

Publicidad
Quienes no podían permitirse una suscripción individual tenían la alternativa de leer la prensa en las mencionadas bibliotecas de préstamo, o bien en los cafés, bares y tabernas, cuyos dueños vieron en la oferta de periódicos una oportunidad para atraer clientela. Había también lectores «profesionales», que formaban corrillos o que iban de casa en casa para leer las noticias del día. De esta forma podían mantenerse informadas las personas analfabetas, los ancianos o, como sucedía en Cuba en el siglo XIX, los obreros de las fábricas de cigarros a los que un compañero les leía novelas populares.
Aparte de los libros propiamente dichos, en el siglo XVIII circularon impresos de carácter más popular, de baja calidad y de consumo instantáneo, como pliegos sueltos, cartillas, estampas, catecismos, relaciones de comedias, almanaques, calendarios y breves relaciones de sucesos.

Las gacetas de los pobres
Los impresos de este tipo eran muy rentables para los talleres de impresores, y daban sustento a humildes vendedores ambulantes, como los ciegos, que desde 1727 disfrutaron en España del derecho exclusivo de vender por las calles gacetas e impresos parecidos. En París se contabilizaban 120 vendedores callejeros (colporteurs) de almanaques y pregones, distinguidos con una insignia de cuero que probaba su pertenencia al gremio. Gran parte de esta literatura se dirigía al mundo rural, lo que ayudó a que las tasas de analfabetismo fueran reduciéndose sensiblemente.

Al mismo tiempo, a lo largo de la centuria se desarrolló mucho la edición clandestina, de obras satíricas, pornográficas, antirreligiosas o políticamente radicales que allanaron el camino para el estallido revolucionario en Francia, en 1789, o en la América española, a partir de 1808. A veces se trataba de ediciones piratas con una finalidad puramente económica. Muchos impresores de Suiza y Holanda, por ejemplo, se especializaron en producir libros para el mercado francés a mitad de precio, según denunciaban los editores franceses.
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EL PEINADO EN LA ANTIGÜEDAD


peinados-antiguedadLos egipcios fueron pioneros en considerar el cabello un elemento de seducción. Los esclavos hicieron de peluqueros de sus amos, les aplicaban tintes, grasas perfumadas y recortaban su cabellera. O bien les confeccionaban pelucas de lana o pelo natural al gusto de la época: lacias, a menudo trenzadas, con o sin flequillo y sujetas con diademas para emular su juventud eterna. Los griegos preferían, en cambio, la melena con movimiento, a base de bucles, o los elaborados recogidos que embellecían con sencillos adornos. Crearon escuelas de peluquería y escribieron no pocos tratados capilares. 

En Roma, la moda tomó cosas de aquí y allá. Entre los hombres, el corte en forma de casquete hizo furor, mientras que las damas, fascinadas con las rubias cautivas bárbaras del Norte, aclaraban su pelo con sebo de cabra, ceniza de haya y manzanilla, y lo peinaban rodeando la cabeza. En la vieja Iberia, la peineta ya sujetaba mantillas.

El oscurantismo religioso y el bajo nivel de vida que se generalizó en la Edad Media no permitió retoques estéticos muy sofisticados. Sin embargo, las damas de las clases altas adornaban sus peinados, siempre recogidos, con piedras y joyas. A cambio, se puso de moda cubrir el cabello con capuchas y velos, dada la dificultad para mantener su higiene. 

El Renacimiento devolvió la luz perdida al peinado femenino; el negro tenebroso no favorecía a sus dulces musas, preferentemente rubias, y se impusieron los tirabuzones, postizos y moños decorados. En el Barroco, la peluquería pasó a ser un arte, incluso una ciencia; una obra de la época, incluye 3.774 formas de peinarse. Con Luis XIV proliferaron las pelucas de rizos interminables, y los peluqueros competían por la originalidad de los adornos y el volumen del peinado de sus clientas. Mucho más refinado sería el mechón colocado con esmero de los dandis del XIX
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ENCUENTRO CON AUTOR

Bilbaina de nacimiento y andaluza de adopción, licenciada en periodismo por la Universidad de Sevilla y fichada por la prestigiosa editorial Random House, Nerea Riesco acompañó ayer al Club de Lectura “Ginex – Libris”. Los miembros del Club habían leído con anterioridad “Ars Magica”, una novela cuya trama combina la realidad y la fantasía, enmarcada en el siglo XVII y situada en el norte de España, por la que desfilan personajes tanto reales como ficticios y en la que plantea varios interrogantes sobre la Inquisición.
Nerea mostró sus confidencias como escritora a través de las sucesivas anécdotas que contaba acerca de la creación literaria de esta obra; de hecho, nos reveló los temas que le inspiraron, el desarrollo de la trama narrativa, la creación de sus personajes; además evocó recuerdos que sugirió su obra y reflexiones que plasmó a través de la escritura. Los lectores tuvieron la ocasión de plantearle sus inquietudes y manifestarle su visión sobre el argumento, los personajes, el título...

Una experiencia, sin duda, positiva y una actividad enriquecedora para los que tuvimos la ocasión de compartir y disfrutar de una agradable charla con esta novelista que afirmó que los personajes de su novela “ hicieron un viaje a Oz”.
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MERLÍN, UN MAGO DE LEYENDA

El mago MerlínMerlín, famoso mago de la saga artúrica, aparece mencionado por primera vez en la obra Historia Regum Britanniae, de Godofredo de Monmouth, en el siglo XII.

Visionarios, hechiceros, druidas… Lo único que tienen en común el puñado de personajes históricos o no que podrían reclamar el nombre de Merlín como propio es el carácter extravagante –cuando no sobrenatural– de sus biografías. El más famoso, el mago de las sagas artúricas, aparece mencionado por primera vez en el siglo XII, en la obra de Godofredo de Monmouth Historia Regum Britanniae. En ella, este eclesiástico inglés quiso recoger las vidas de los reyes británicos, desde Bruto de Troya, el legendario fundador de Gran Bretaña, hasta Caedwalla, que reinó entre 625 y 634. Monmouth también profundiza en la figura del sabio hechicero en Prophetiae Merlini y en Vita Merlini, un poema en el que es descrito como un profeta crispado por la locura. El autor había querido recuperar así parte de la memoria de Myrddin “el Montaraz”, en ocasiones también llamado Merlin Caledonensis –el escocés–, una especie de bardo-guerrero del siglo VI al que se refieren algunos antiguos poemas galeses y que, por supuesto, no tuvo nada que ver con la Tabla Redonda, sus caballeros, la búsqueda del Grial o la fortaleza de Camelot.
En estas composiciones se indica que Merlín –posiblemente, el nombre de Myrddin fue alterado por Merlin para que no se confundiera con la palabra francesa merde– enloqueció y adquirió el don de la profecía cuando vio derrotado a su señor Gwenddolau en la batalla de Arfderydd, un combate disputado según los Annales Cambriae, unas crónicas galesas escritas posiblemente a finales del siglo X, en el año 573. Desde entonces, Myrddin, convencido de que habían sido sus faltas las que habían provocado el desastre, vagaba atormentado por los bosques de Escocia.

Un viejo personaje muy popular

La Historia Brittonum, una composición atribuida al monje galés del siglo IX Nennius –en la que, entre otras cosas, se mencionan las 12 batallas que sostuvo Arturo contra los sajones–, recoge otra fuente remota en la que podría inspirarse la figura de Merlín. Uno de los relatos se refiere a un joven sin padre llamado Ambrosius dotado de poderes proféticos que ayudó al rey Vortigern, al que, sin embargo, también atemorizaba. El monje llega a decir de este Ambrosius, que luego sería retomado por Monmouth en sus obras, donde ya lo nombra como Merlín, que se convertiría en “el gran rey de todos los reyes de la nación británica”.
Además, el manuscrito del siglo XV Lailoken y Kentigern sostiene una versión similar de la historia que recogen las viejas fuentes galesas. En ella, San Kentigern –también conocido como San Mungo, patrón de Glasgow– se encuentra en una zona desierta con un desharrapado vagabundo llamado Lailoken que afirma haber sido condenado por sus pecados a vagar en compañía de las alimañas, en concreto por haber sido la causa de todas las muertes ocurridas en una batalla. A cambio de recibir los sacramentos, Lailoken, en el que se reconoce la historia de Myrddin, profetiza al santo que moriría tres veces, cosa que, como no podía ser de otra forma, acabó cumpliéndose.
Volviendo a Regum Britanniae, en esta obra Godofredo de Monmouth sitúa a Merlín en los relatos del rey Vortigern y Uther Pendragon. Éste, según la tradición, reinó inmediatamente antes que Arturo, por lo que con el tiempo acabó relacionándose a Merlín con el fabuloso monarca de Camelot. Entre las supuestas gestas del mago destacan la creación de Stonehenge, el cromlech de la llanura de Salisbury, y la mágica transformación de Uther. Ayudado por Merlín, éste fue capaz de penetrar en la fortaleza de Tintagel, una acción que tendría como resultado la concepción de Arturo, su hijo. A finales del siglo XII, el francés Robert de Boron escribió el poema Merlín, en el que aportaba multitud de confusos detalles sobre esta historia. Así, el mago, por cuyas venas corre sangre de demonio, adquiere enormes poderes y la capacidad de ver el futuro. Robert de Boron hace además mucho hincapié en su relación con el Santo Grial.
Unos años después aparece una versión en prosa de este poema, cuyas secuelas darán forma a la Historia de Merlín, una relación de cuentos escritos en francés, y a la Suite de Merlín, también del siglo XIII. Esta obra es la principal fuente de Le morte d'Arthur, de Thomas Malory, un relato en el que Merlín ya aparece como el sabio consejero del famoso rey Arturo y donde se narra cómo la maga Nimue, tras aprender del hechicero sus secretos, le atrapa para siempre en una cueva.
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